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Aquel 14 de marzo
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La existencia o no, en cualquier ecosistema salvaje, marino o terrestre, de una adecuada proporción de superpredadores es uno de lo más fiables indicadores de la salud y equilibrio de ese habitat, el mejor regulador de su biodiversidad pues además de predar sobre las distintas especies herbívoras también lo hacen sobre el primer escalón de los predadores (p.ej. zorros) para impedir su excesiva proliferación. Sin embargo, los superpredadores fueron llevados a la práctica extinción en el continente europeo, arrinconando a los supervivientes en algunos escasos y recónditos islotes de vida salvaje. En la peninsula ibérica, con sólo unos poco más que testimoniales ejemplares de oso pardo confinados en parajes remotos de las montañas cántabras y pirenáicas quien queda y resiste es nada menos que un mito, el lobo.
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"Me quedé, a los 12 años de mi infancia, viendo aquella figura inmóvil. Aquel animal no tenía nada que ver con la bestia feroz, malvada, sanguinaria y sucia que me habían descrito. Era un animal hermosísimo, de mirada noble, profunda. Era la más acabada representación de la fuerza, de la libertad, del palpitar del corazón de la madre Tierra"
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Así pues, hasta la irrupción de Félix Rodríguez de la Fuente en España este animal fue cazado indiscriminadamente hasta llevarlo a las puertas de la extinción. Así, a principios de los años 70 apenas quedaban en España unos 400-500 lobos aunque desde entonces y gracias a sus esfuerzos pasó a ser considerado como especie cinegética o de caza mayor lo que permitió una lenta recuperación de la especie hasta los aprox. 2000 actuales.Por todo ello, cuando en ese fatídico 14 de marzo de 1980 aquel pre-puber Juez Roy Bean se levantó de la cama ilusionado por su cumpleaños, se encontró con su padre que le informaba de la muerte de su admirado Félix en Alaska, mientras filmaba la Iditarod, célebre carrera de trineos de perros que todos los años se celebra en aquellas latitudes. Fue solo entonces, cuando en la radio se resaltaba el hecho de que Félix había muerto el día en que cumplía 52 años, cuando se enteró que con él no sólo compartía el amor por la Naturaleza y los animales, sino también el día del año en que habían nacido.
De esta forma, treinta años después queremos rendir nuestro pequeño pero sentido homenaje a Félix Rodríguez de la Fuente con uno de los más recordados documentales de El hombre y la Tierra, su canónica serie sobre la fauna ibérica, el dedicado, claro, al lobo.
El legado de Félix Rodríguez de la Fuente
Con el ejemplo y la inspiración de Félix surgieron (troquelados como él decía) algunos de los grandes naturalistas de hoy en día, algunos de los cuales colaboraron directamente con él. Luis Miguel Domínguez (autor de la estupenda Amazonia, última llamada, que venimos ofreciendo en nuestro blog), Juan Carlos del Olmo, Borja Cardelús (magnífico su libro Fugitivo), Joaquín Gutiérrez Acha o Carlos Sanz.
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Este redactor de "Vida y Tiempos..." pudo visitar el pasado diciembre en el pueblo segoviano de Valsain esta magnífica y completa muestra en la que se exponen los más diversos objetos relacionados con el lobo y la cultura con él relacionada como pinturas, esculturas, escudos, anillos y colgantes, amuletos, monedas, sellos, libros, carlancas de pinchos para los mastines de los pastores, cepos, maquetas y reproducciones de piezas arqueológicas y etnológicas, así como cráneos y paneles informativos donde se muestran diversos aspectos de la biología y etología del lobo ibérico. Esta exposición se exhibe en estos días y hasta el 4 de abril en el Centro Comercial Dolce Vita de La Coruña para después trasladarse a Pontevedra.
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De la misma forma, en una entrevista realizada para El Mundo, Carlos Sanz hablaba de las amenazas que aún se ciernen sobre este cánido proverbial.
(...) La destrucción de su hábitat debido a las talas de bosques, incendios o a la especulación urbanística, así como la caza furtiva, amenazan la supervivencia de esta joya de la fauna ibérica.
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Carlos Sanz opina que "todavía no hay demasiado interés en sancionar la caza furtiva". Al sur del Duero, donde se considera una especie protegida, por ejemplo, las multas son más altas que en otras zonas donde se sigue considerando al lobo ibérico una especie de caza y por tanto, tiene otro estatus de protección.
Aunque se trata de un asunto complejo, "el objetivo es lograr un equilibrio para que los lobos puedan existir en su medio natural sin perjudicar los intereses de los ganaderos", afirma Sanz. Por un lado, la Administración juega un importante papel a la hora de asegurar y acelerar el pago de indemnizaciones a los ganaderos tras los ataques. Por otro parte, es necesario que los ganaderos protejan a sus animales para disuadir a los lobos. Otras medidas, como controlar los ejemplares donde sean muy abundantes o donde se produzcan más ataques, pueden contribuir a lograr la convivencia.
Un deseo que Félix Rodríguez de la Fuente resumió de esta manera: "Que el lobo viva donde pueda y donde deba vivir para que en las noches españolas no dejen de escucharse los hermosos aullidos del lobo".
Para terminar les ofrecemos el magnífico documental Las montañas del lobo (junto con algunas notas de producción), de Joaquín Gutiérrez Acha, otro naturalista nacido de la admiración sentida por el gran Félix Rodríguez de la Fuente, en el que se nos muestran las vicisitudes de un lobo periférico, aquel que es expulsado de una manada tras haberse enfrentado al líder de la misma, para que entendamos mejor la naturaleza furtiva de ese gran superpredador que aún puebla algunas de nuestras montañas, nuestro querido Canis lupus signatus, el lobo ibérico.
(...) Tras numerosos viajes en busca de las localizaciones, se decide encuadrar el documental en las montañas nubladas del Norte de España. Asturias y Galicia no solamente tienen lobos, sino que también tienen los paisajes con las dimensiones suficientes para que este trabajo sea inolvidable. Montañas nevadas, bosques de nieblas y misteriosos páramos, conforman el entorno del lobo. Las pequeñas aldeas y las playas inaccesibles del Cantábrico, también reciben la visita de estos grandes carnívoros. Equipados con cámaras cinematográficas de Súper 16 mm., lentes de alta calidad, potentes teleobjetivos y armados de una paciencia infinita, el equipo de Bitis Documentales dirigidos por Joaquín Gutiérrez Acha comienza el rodaje. Durante 18 meses se filma intentando en lo posible ajustarse al guión.
El equipo se encontraba con un reto importante. Había que hacer una película diferente y debería contarse algo nuevo sobre nuestros lobos. Las tensiones que se producen en el interior de una manada saturada, obligan a algunos individuos de bajo rango a tener que abandonarla para siempre. Desde ese momento se forjan pactos entre los individuos errantes y estos son sin duda el corazón de una gran historia. Las peripecias de un lobo viejo y otro joven en su afán por conseguir comida y localizar un nuevo territorio, les lleva a situaciones límites que son recogidas fielmente por el equipo de filmación. Más de 18.000 metros disparados de celuloide han sido necesarios para completar este excelente trabajo.
Las cámaras han registrado cada momento crucial, cada gesto, cada mueca, cada mirada, y la filmación de alta velocidad se ha encargado de descomponer el movimiento para dejarnos ver lo que el ojo humano no es capaz de apreciar: carreras, ataques, saltos, peleas, etc. Las montañas del lobo lleva un ritmo trepidante de principio a fin. En los lugares donde el lobo vive, todos los animales están en jaque: ciervos, jabalís, pequeños roedores, todos temen la presencia del superpredador.
Según Joaquín Gutiérrez Acha, el lobo ha sido objeto de muchos documentales aquí en España, pero nadie había abordado la vida de los lobos desde dentro de su propia familia. Siempre se había tratado de reflejar las cualidades del lobo como gran cazador o en su relación con el hombre, pero no desde el punto de vista que nosotros hemos dado a conocer. El argumento es casi de película, pero refleja una historia natural de verdad.
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(...) Tras numerosos viajes en busca de las localizaciones, se decide encuadrar el documental en las montañas nubladas del Norte de España. Asturias y Galicia no solamente tienen lobos, sino que también tienen los paisajes con las dimensiones suficientes para que este trabajo sea inolvidable. Montañas nevadas, bosques de nieblas y misteriosos páramos, conforman el entorno del lobo. Las pequeñas aldeas y las playas inaccesibles del Cantábrico, también reciben la visita de estos grandes carnívoros. Equipados con cámaras cinematográficas de Súper 16 mm., lentes de alta calidad, potentes teleobjetivos y armados de una paciencia infinita, el equipo de Bitis Documentales dirigidos por Joaquín Gutiérrez Acha comienza el rodaje. Durante 18 meses se filma intentando en lo posible ajustarse al guión.
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Las cámaras han registrado cada momento crucial, cada gesto, cada mueca, cada mirada, y la filmación de alta velocidad se ha encargado de descomponer el movimiento para dejarnos ver lo que el ojo humano no es capaz de apreciar: carreras, ataques, saltos, peleas, etc. Las montañas del lobo lleva un ritmo trepidante de principio a fin. En los lugares donde el lobo vive, todos los animales están en jaque: ciervos, jabalís, pequeños roedores, todos temen la presencia del superpredador.
Según Joaquín Gutiérrez Acha, el lobo ha sido objeto de muchos documentales aquí en España, pero nadie había abordado la vida de los lobos desde dentro de su propia familia. Siempre se había tratado de reflejar las cualidades del lobo como gran cazador o en su relación con el hombre, pero no desde el punto de vista que nosotros hemos dado a conocer. El argumento es casi de película, pero refleja una historia natural de verdad.