viernes, 27 de febrero de 2009

Fantasmas (1) Doppelgänger, bilaciones y otros fantasmas íntimos

Intro

"Cuando de un distante pasado nada prevalece, cuando los hombres están muertos, las cosas rotas y destruidas, aún solas, más persistentes, más leales, el olor y sabor de las cosas permanecen suspendidos durante largo tiempo como almas dispuestas a recordarnos, esperando ansiosas el momento, en medio de la ruina y destrucción. Y en la diminuta gota de su esencia, casi sin sustancia, llevan resuelta la vasta estructura de la memoria". Marcel Proust - En busca del tiempo perdido

Recuerdos que se sientan a nuestro lado en la cama y nos miran calmados pero dolientes, emociones vividas y ya perdidas que se impregnan en las paredes, en los libros, en los objetos cotidianos, en los lugares donde un día habitaron el placer y la felicidad, resistiéndose a deshilacharse refugiados en algún desván de nuestra memoria, el pasado materializándose en obsesiones que nuestro cerebro procesa en forma de fantasmagorías, reales o inventadas. De estas cosas va esta entrada.



Primera Parte. Doppelgänger, el que camina a nuestro lado




Doppelgänger es el término alemán utilizado para definir el doble fantasmagórico de una persona viva. Etimológicamente significa doble andante o el que camina al lado. En las mitologías nórdica y germánica se mostraba como augurio de enfermedad u otras calamidades. El concepto tomó relevancia a partir del siglo XVIII como manifestación del conflicto entre el empirismo y la ortodoxia religiosa, en la lucha interna entre el deseo y los instintos primarios contra los convencionalismos y las represiones impuestos al individuo en las sociedades modernas. 

El doppelgänger -que no arroja sombra ni reflejo en los espejos- evocaría así nuestro reverso tenebroso, conectando de esta forma con un concepto esencial del taoísmo, el yin y el yang, la dualidad existente dentro de cada ser viviente y por reducción, dentro de cada uno de nosotros. Y de la misma forma que el yin no puede existir sin el yang, tampoco nosotros existimos sin esas sombras de nuestros espíritus.

De la misma forma, ese espectro que camina con nosotros puede tomar el poder sobre nuestra mente en las formas extremas de los trastornos límite de la personalidad, en enfermedades que alejan a quien las padece de la realidad y la vida social, como la esquizofrenia que, cuya etimología es mente partida. Así, el esquizofrénico severo ve progresivamente escindidas su mente, sus sentimientos, su carácter. Su doppelgänger, tomando el control dentro de su cerebro, dinamitando su personalidad con delirios paranoides y alucinaciones.


El tema del doble fantasmal que tomaría las riendas de nuestra mente para acometer las vilezas que nuestra racionalidad siempre vetó, desbordando nuestras timideces con sus insolencias morales, ha sido ampliamente tratado en la literatura y el cine. Hay numerosos ejemplos en el folclore, el cine y la literatura sobre un tema tan goloso, desde Hugo, el gemelo siamés malvado de Bart Simpson a David Fincher dislocando a Jack en el nihilista Tyler Durden en la testicular  El club de la lucha, desde el mito del hombre-lobo hasta el estupendo libro de Robert Louis Stevenson El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde o la plasmación del abyecto rostro de las tinieblas y la perversidad en un cuadro en El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde. Entre otros.

El vocablo doppelgänger también se utiliza para describir el fenómeno de la bilocación, es decir, estar en más de un sitio a la vez. Existe un caso clásico de bilocación documentado y descrito por el escritor Robert Dale Owen, que narra el curioso caso de la profesora Emilie Sagée quien, entre 1845 y 1846 fue despedida de varios trabajos porque tenía la simpática y poco comprendida costumbre de aparecer en dos sitios de su lugar de trabajo al mismo tiempo:


"En un colegio donde impartía clases para niños de la aristocracia fue vista por más de 40 alumnos a plena luz del día recogiendo flores en el jardín y en su mesa de clase, sentada y en silencio. Además los testigos pudieron observar varias veces una figura a su lado o en otro lugar de la clase mientras Emilie escribía en la pizarra. La misteriosa figura se movía independiente de ella e imitaba algunos de sus gestos al escribir o al comer aunque no tenía nada en las manos. Y aunque si ofrecía una leve resistencia al tacto, dos niños pudieron pasar a través de la inquietante presencia."


Bueno, aunque ante estas cosas de la ubicuidades enarcamos una escéptica ceja, lo cierto es que muchas personas tienen -tenemos- un lado tenebroso, habitado por pensamientos bastante chungos y que, en algunos casos, son sólo las circunstancias favorables las que impiden que esos fantasmas íntimos se manifiesten. Mientras, se quedan ahí, caminando a nuestro lado, sperando su momento.

Para terminar esta segunda parte del post, mostramos cómo hasta Jorge Luis Borges experimentaba ese extrañamiento de uno mismo, esa certeza de la existencia de otro Borges, esa duda de no saber quién era exactamente aquel escritor superlativo que cartografió mundos literarios hasta entonces no explorados. Lean.

Borges y yo

Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor.



Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición.

Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.

No sé cuál de los dos escribe esta página.



Segunda Parte. Los fantasmas de la Gran Guerra

Las convulsiones de los tiempos y la violencia de la guerra activan desde siempre nuestros resortes más atávicos. En una época con bastantes similitudes a esta que vivimos, finales del s. XIX y primer tercio del siglo XX, ocurrieron hechos extraordinarios y traumáticos que, para bien y para mal, cambiaron el mundo para siempre.

Fueron tiempos de zozobra económica, de guerras terribles, de catastróficas pandemias, de derrumbe de antiguos valores e irrupción de otros nuevos y revolucionarios, de hundimientos económicos (algunos nunca vistos como la hiperinflación alemana de los primeros años 20 y el crack del 29 en Estados Unidos, que terminó afectando a muchos países más), de grandes cambios políticos y geoestratégicos, en fin, díganme a qué les suena.


Sin embargo -o precisamente por ello- fue una época de creatividad desbordante, cuna de expresionistas vanguardias y movimientos artísticos de todo pelo. Y también fue una época de auge de las creencias espiritistas pues cuando más cerca están de sus apocalipsis íntimos las personas más se refugian en la religión y en lo sobrenatural para dar cobijo a sus temores y significado a la destrucción circundante y la desaparición de sus seres queridos.


A pesar de que el auge del movimiento espiritista había sido en el siglo XIX con el Romanticismo, la época victoriana y la gran mortalidad de la Guerra Civil norteamericana (el propio presidente Abraham Lincoln era practicante de estas sesiones), fue el matadero a escala industrial en que se convirtieron los campos de batalla belgas y franceses en la Gran Guerra, en los que toda una generación de europeos fue diezmada, el que dio decenas de miles de adeptos a los campos del ocultismo y la parapsicología en los familiares de los muertos en el frente que intentaban contactar con ellos en el más allá.


Hemos de añadir que por la propia naturaleza de la guerra de trincheras muchos cuerpos nunca fueron encontrados lo que impedía una completa gestión de la pérdida por parte de sus seres queridos, acrecentando su aflicción y su necesidad de buscar cualquier medio que les volviera a conectar con los desaparecidos.

Esto alimentó a toda una legión de farsantes que intentaban, como siempre ocurre, aprovecharse del sufrimiento ajeno. Pero vamos, pongan la tele a partir de las dos de la noche y verán cómo se reproducirse el mismo fenómeno por parte de esos impresentables videntes y brujos televisivos que en directo engañan sin pudor ni castigo a tantos incautos e infelices.


El brutal estrés que soportaban las tropas en la demencial guerra de trincheras reportó varios episodios de histeria colectiva, como el que ocurrió durante la batalla de Mons.
El periodista británico Arthur Machen escribió un artículo contando cómo durante la terrible lucha aparecieron en los cielos los espectros de los arqueros que en 1415 habían masacrado la caballería francesa durante la mítica batalla de Agincourt, lo que habría redoblado la moral en las filas británicas ayudándoles a vencer en la batalla.

Sin embargo, aunque posteriormente reconociera que era una historia inventada, se tejió entre los combatientes de ambos bandos una leyenda respecto de este supuesto hecho sobrenatural y empezaron a surgir numerosos testigos, entre ellos muchos oficiales, que informaron de haber sido ayudados por seres espectrales en circunstancias penosas de esa y otras batallas.

También grandes escritores mundiales como Rudyard Kipling y Arthur Conan Doyle, -ambos perdieron hijos varones durante la guerra- frecuentaron estas prácticas supersticiosas. Especialmente Conan Doyle, el creador de ese personaje epítome de la racionalidad que es Sherlock Holmes, trás la trágica pérdida de su hijo, abandonó casi totalmente su febril producción literaria para entregarse al espiritismo y la parapsicología -parece que llegó a escribir varios libros sobre estos temas-, buscando comunicarse con su añorado hijo perdido. 

Ejemplos de esos centenares de miles de personas que, llevados de la moda reinante por el cuestionamiento de los antiguos valores o de la desesperación por la pérdida de algún ser querido, se entregaron a la causa espiritista había mucha gente culta como el nobel Charles Richet o Erich Ludendorff, uno de los máximos jerarcas militares alemanes -que luego fundó una secta que aún hoy pervive-. 


De la misma forma, como apunta el blog La Gran Guerra 1914-1918 en su entrada Moltke y el espiritismo, el estratega alemán Helmuth von Moltke se vio imbuido en estas prácticas:

"Su mujer, Eliza, lo imbuyó de una profunda veneración por el espiritismo y lo oculto. Organizó, incluso, sesiones espiritistas con el fin de establecer contacto con personajes de histórica relevancia del más allá. Moltke mostró y experimentó un apasionado interés por todo aquello relacionado con el más allá o la existencia después de la muerte terrenal - lo que le llevó a establecer contacto con Rudolph Steiner y la Teosofía. Moltke se autoconstruyó una filosofía en la que el conocimiento intuitivo y el entendimiento de fenómenos ocultos alimentaban las fuerzas que movían los hilos de la historia mundial."






Tercera Parte. Fantasma en la nieve























Y en cuanto a este simpático caballerete, pues qué decir. Que su raza vive salvaje en los bosques boreales noruegos y fue adoptada como mascota nacional en Noruega para impedir su extinción y que tengo la inmensa suerte de que acompaña mi existencia, me considera su mamágato y me ama con todo su ser. Y que se llama Fantom (fantasma, en noruego) y mola mucho.




















Closing

Y para despedir esta entrada, nada mejor que la desmitificadora definición de fantasma de Ambrose Bierce en su genial Diccionario del diablo.

Fantasma, s. Signo exterior e invisible de un temor inferior. Para explicar el comportamiento inusitado de los fantasmas, Heine menciona la ingeniosa teoría según la cual nos temen tanto como nosotros a ellos.

Pero yo diría que no tanto, a juzgar por las tablas de velocidades comparativas que he podido compilar a partir de mi experiencia personal. Para creer en los fantasmas, hay un obstáculo insuperable. El fantasma nunca se presenta desnudo: aparece, ya envuelto en una sábana, ya con las ropas que usaba en vida. Creer en ellos, pues, equivale no sólo a admitir que los muertos se hacen visibles cuando ya no queda nada de ellos, sino que los productos textiles gozan de la misma facultad. Suponiendo que la tuvieran, ¿con qué fin la ejercerían? ¿por qué no se da el caso de que un traje camine solo sin un fantasma adentro? Son preguntas significativas, que calan hondo y se aferran convulsivamente a las raíces mismas de este floreciente credo.

domingo, 8 de febrero de 2009

Tigre (1) Los tigres que fueron y los que serán

Tigre, tigre, que te enciendes en luz, por los bosques de la noche, ¿qué mano inmortal, qué ojo osó idear tu terrible simetría?
William Blake (resto del poema El tigre)

Iba y venía, delicado y fatal, cargado de infinita energía, del otro lado de los firmes barrotes y todos lo mirábamos. Era el tigre de esa mañana, en Palermo, y el tigre del Oriente y el tigre de Blake y de Hugo y Shere Khan, y los tigres que fueron y que serán y asimismo el tigre arquetipo, ya que el individuo, en su caso, es toda la especie. Pensamos que era sanguinario y hermoso. Norah, una niña, dijo: Está hecho para el amor.
Jorge Luis Borges



Intro


El tigre empezó a ser conocido en Occidente tras las campañas asiáticas de Alejandro Magno y ya fue codiciada pieza de exhibición y muerte en los circos romanos, fue símbolo de fuerza y poder para los gobernantes, en todas partes era admirado, temido y perseguido este sumo depredador de las selvas y sabanas del Lejano Oriente que tanto me fascinaba desde los libros de animales que poblaron mi infancia.

Este animal es el mayor de los felinos ya que el tigre siberiano o del Amur (Panthera tigris altaica)
puede medir cerca de tres metros y pesar alrededor de 350 kilos. Las otras subespecies que aún subsisten son el tigre de Bengala (Panthera tigris tigris) -el más numeroso-, el tigre de Sumatra (Panthera tigris sumatrae) -el más pequeño-, el tigre malayo (P.T. Jacksoni) y el tigre de Indochina o de Corbett (P.T.Corbetti).


Primera parte. El tigre y la poesía


El tigre y su mito cautivaron la inspiración e imaginación de algunos grandes pintores (como Delacroix, que nos cede su Tigre atacando a un caballo, aquí debajo) y de alguno de los más grandes de la poesía de todos los tiempos como William Blake o el mismo Jorge Luis Borges, del que ofrecemos su poema El Otro Tigre (el dibujo del tigre que lo acompaña también es de Borges cuando era niño):
Suelo pensar entonces : Éste es un sueño, una pura diversión de mi voluntad, y ya que tengo un ilimitado poder, voy a causar un tigre.
y ya le obsesionaba el felino naranja) y que durante toda su vida soñó un gatazo rayado escondido entre las sombras de la jungla y las sombras de su cerebro inabarcable, durante toda su vida pensó y fue inspirado por ese animal formidable que en lugares muy distantes de su Buenos Aires, bajo el sol y la diversa luna, seguía cumpliendo su rutina de amor, de ocio y de muerte.



El Otro Tigre. Jorge Luis Borges, 1959

Pienso en un tigre. / La penumbra exalta / La vasta Biblioteca laboriosa / Y parece alejar los anaqueles; / Fuerte, inocente, ensangrentado y nuevo, / Él irá por su selva y su mañana / Y marcará su rastro en la limosa / Margen de un río cuyo nombre ignora (En su mundo no hay nombres ni pasado / Ni porvenir, sólo un instante cierto.) / Y salvará las bárbaras distancias / Y husmeará en el trenzado laberinto / De los olores el olor del alba / Y el olor deleitable del venado; / Entre las rayas del bambú descifro / Sus rayas y presiento la osatura / Bajo la piel espléndida que vibra. En vano se interponen los convexos / Mares y los desiertos del planeta; / Desde esta casa de un remoto puerto / De América del Sur, te sigo y sueño, / Oh tigre de las márgenes del Ganges.

Cunde la tarde en mi alma y reflexiono / Que el tigre vocativo de mi verso / Es un tigre de símbolos y sombras, / Una serie de tropos literarios / Y de memorias de la enciclopedia / Y no el tigre fatal, la aciaga joya / Que, bajo el sol o la diversa luna, / Va cumpliendo en Sumatra o en Bengala / Su rutina de amor, de ocio y de muerte.

Al tigre de los símbolos he opuesto / El verdadero, el de caliente sangre, / El que diezma la tribu de los búfalos / Y hoy, 3 de agosto del 59, / Alarga en la pradera una pausada / Sombra, pero ya el hecho de nombrarlo / Y de conjeturar su circunstancia / Lo hace ficción del arte y no criatura / Viviente de las que andan por la tierra. 

Un tercer tigre buscaremos. / Éste será como los otros una forma / De mi sueño, un sistema de palabras / Humanas y no el tigre vertebrado / Que, más allá de las mitologías, / Posa la tierra. / Bien lo sé, pero algo / Me impone esa aventura indefinida, / Insensata y antigua, y persevero / En buscar por el tiempo de la tarde / El otro tigre, el que no está en el verso.



Segunda parte. La caza del tigre




El tigre es uno de los personajes recurrentes en el folclore y la cultura del subcontinente indio, sin embargo ha sido cazado desde antiguo por los antiguos maharajas indios, cuya ilusión era llegar a matar 109 tigres pues era una prueba de valor (!) y además era el número de la buena suerte. En la época del Imperio Británico era costumbre que invitaran a altos funcionarios y oficiales británicos a cazar tigres con ellos. 

Como dice Eliot Weinberger:
(...) la caza del tigre representó en la India el criterio corriente para medir el valor y superioridad innata del británico. Y luego que el Imperio impuso la coexistencia pacífica a los principados normalmente en guerra, los marajás sólo podían exhibir su poder y masculinidad en términos británicos. Ninguna visita de un extranjero distinguido a un palacio estaba completa sin una cacería de tigres. A fin de que el huésped no corriese peligro ni quedara descontento, muchas veces los tigres eran drogados de antemano con carne cargada de opio, lo cual garantizaba un tiro seguro e infalible.

George Yule, del Servicio Civil de Bengala, mató 400 y dejó de contarlos. El coronel Rice mató 93 en cuatro años. Montague Gerard mató 227. El marajá de Surguja mató 1150. El marajá Scindia mató al menos 700. Sus huéspedes, cuando menos 200. El marajá de Gauripur mató 500 y dejó de contarlos.

Ya en 1827 un tal capitán Mundy escribía:
Así, en el curso de un par de horas, y sin perder de vista el campamento, hallamos y matamos tres tigres, caso de buena suerte raro ya en estos tiempos modernos, cuando la difusión de los cultivos y el celo de los deportistas ingleses casi han exterminado la estirpe de estos animales.


Tercera parte. El tigre en la actualidad

Se calcula que a principios del siglo veinte existían unos 100.000 ejemplares de tigre en libertad, desde la Anatolia turca hasta la isla de Bali. Sin embargo, en 1972 el gobierno indio comprobó que siglos de cacerías y persecuciones habían puesto al tigre de Bengala al borde mismo de la extinción pues cuando se implantó el Proyecto Tigre para protegerlo quedaban menos de 2.000 ejemplares en libertad. Bueno, la caza se prohibió en todos los países en que subsistía, se trasladaron las poblaciones humanas que estaban dentro de los límites de los parques y sin la presión humana el tigre floreció y el Proyecto Tigre tuvo relativo éxito al recuperarse un poco la especie.

Sin embargo, el método de medir las poblaciones de tigres mediante las huellas encontradas daba cantidades muy inexactas y tras unos primeros años, la caza furtiva intensiva dentro de unos parques muy mal vigilados se generalizó hasta vaciar literalmente de tigres algunos parques tan señeros como Sariska y Pannay, para traficar con las bellas pieles rayadas y para alimentar el mercado de muchos dudosos remedios de la medicina tradicional china -que utiliza su piel, sus órganos, sus glándulas, sus huesos e incluso su alma-. Si a todo esto le sumamos la implacable destrucción de su habitat o la invasión por parte del hombre, se dibuja un panorama terrible para el tigre en todos los países donde aún habita. Estamos hablando de una posible extinción en los próximos años de este maravilloso animal, no lo olvidemos.

Del tigre del Sur de China o de Amoy (Panthera tigris amoyensis) que aparece arriba ya no se ven ejemplares en libertad desde 1994. En cautiverio viven 59. Contando juntas las seis subespecies de tigre que sobreviven, según un informe de WWF, en 2008 apenas quedaban 3.500 tigres en libertad en el mundo. Hace sólo cinco años había aproximadamente entre 5.500 y 6.000 ejemplares. En cautividad hay 20.000.


Parece que estamos conseguiendo reducir este formidable depredador a un animal de zoo o algo peor, como se cuenta en el blog Fogonazos, que explica que existen más de 200 zoos y parques en China como el zoo de Xiongsen, un lugar donde los turistas acuden en tropel para ver cómo los 1500 hacinados tigres siberianos de que disponen matan devoran las vacas y gallinas vivas que les arrojan los cuidadores y el público desde los coches; los turistas los fotografían y chillan excitados cuando alguno se sube encima del capó del todo terreno a devorar la sangrante pata de una vaca.

Lugares donde el felino más grande del mundo queda reducido a un patético recuerdo del impresionante animal que era, sólo una exhibición de humeante casquería, engordándole, haciéndole perder sus instintos de caza, su espíritu, la dignidad de su estirpe legendaria, para después ver sus huesos usados para hacer vino de tigre, su carne vendida para mayor gloria de una gastronomía, la china, que todo lo depreda y nada respeta, convertiendo en útil animal de granja a aquel que una vez aterraba junglas a su paso.

sábado, 7 de febrero de 2009

Iglesia (3) Troppo vero

Tras aquella primera entrega de Vocabulario Fundamental. Iglesia en la que recogíamos alguna de las sombras de esta institución y también alguna de sus pocas luces, siempre a cargo de sus miembros más humildes, de su infantería, de los que conservan el espíritu fundacional de la Iglesia, ayudando a la gente a ras de suelo, sin juzgarla, simplemente ayudando, tratamos por segunda vez alguna de las aristas de esta institución que aún ostenta un papel tan importante, nos guste o no, en la sociedad actual.


Primera parte. La Iglesia Católica en el siglo XXI, troppo vero

En 1650 Velázquez pintaba el que está considerado posiblemente como el mejor retrato de la historia del Arte, el que hizo al Papa Inocencio X, que por aquel entonces gobernaba la Iglesia católica con mano de hierro. Velázquez plasmó magistralmente en su pintura la personalidad del todopoderoso Papa, trazando su rostro con expresión inquietante, con un punto de crueldad, una expresión que intimida y sigue a quien lo mira, una expresión que juzga implacablemente. Cuentan que el Papa, al ver el cuadro por primera vez y encontrarse con la imagen especular de su siniestra personalidad plasmada en el cuadro musitó entre dientes "Troppo vero". Demasiado real.

Casi cuatro siglos después, en la Iglesia católica las cosas siguen igual, con el agravante de que el tiempo ha pasado y las sociedades en las que pervive han evolucionado mucho sus costumbres, sus ritos, sus mentalidades y cada vez soportan menos que la Iglesia se crea con derecho de manipularlas imponiendo sus dogmas absurdos y retrógrados, sosteniendo una vergonzante doble moral en muchos asuntos de capital importancia como la gestión de su inmensa y propia riqueza en un mundo en el que hambre y miseria siguen destruyendo millones de vidas humanas, o su vergonzante querencia a intervenir en decisiones políticas como por ejemplo la educación, o puramente individuales como con quién, cómo, dónde, por qué follamos, arrogándose el derecho y la autoridad de juzgar la vida de la gente, de influir en las decisiones y derechos de los individuos de esas sociedades, sean o no católicos.

Porque lo malo es que sus dogmas siguen provocando terribles efectos en muchas partes del mundo, como al rechazar las políticas de planificación familiar, lo que sólo consigue perpetuar la miseria en algunas de las más grandes y desgraciadas zonas del planeta. O al condenar y calificar de "abominable asesinato" (junto al mil veces impresentable Silvio Berlusconi) el que algunas asociaciones y médicos con auténtica conciencia de lo que debe ser su trabajo quieran terminar con la tortura infringida a la desdichada Eluana Englaro, vegetando durante 17 años con su alma y su cerebro hace mucho tiempo muertos y su cuerpo destruido y sostenido en un suspiro de electrocardiogramas.

Y así observamos cómo estos comportamientos y muchos otros desnudan, como hizo Velázquez, la auténtica e inquietante cara de las jerarquías eclesiásticas cristianas. Troppo vero, casi cuatro siglos después.


Segunda parte. Gabilondo y el cardenal Bertone

Por último, publicamos la entradilla de Gabilondo en su informativo nocturno el pasado 5 de enero al respecto de la reciente visita, se supone que privada, del enviado del Papa, el cardenal Bertone, a España. Visita que, claro, ha sido de todo menos privada pues tras hacerse caritas con la vicepresidenta y con Zapatero, ha aprovechado el viaje para respaldar a los obispos españoles en su presión contra el gobierno, contra el aborto, la eutanasia, los matrimonios homosexuales, contra la educación moderna y el laicismo del Estado. Contra todo lo que se mueva o quiera moverse.


La opinión de Gabilondo

5.02.2009

"¿Era necesario tanto?. ¿Era necesario ese jubileo, ese despendole político y social?. ¿España toda convertida en un gigantesco botafumeiro para llenar de incienso cada minuto de estancia entre nosotros de monseñor Bertone?. El Gobierno dispuso un recibimiento abrumador, para neutralizar el influjo de Rouco Varela, y poner de manifiesto buena voluntad. Una ingenuidad enternecedora. La Iglesia, al menos por lo que a España se refiere, solo se conforma con todo. Ni un poquito menos. No le ha sido suficiente la generosidad económica del Estado, ni sus gestos de aproximación o de respeto. La Iglesia siempre ha considerado España como su cortijo. Es magnánima con cualquier iniciativa pública que no ponga en cuestión su autoridad. Pero no está dispuesta a renunciar a su titularidad como propietaria de esta vieja tierra.

Es, por tanto, inútil llevar el debate a aspectos concretos. El aborto está legalizado en otros países. Asignaturas como la educación para la ciudadanía se imparten en toda Europa. Los matrimonios gays sí son mas excepcionales, pero ellos solos no justifican una descalificación que la Iglesia dirige, con carácter general, a toda la política del Gobierno actual. Nuestro laicismo es poca cosa frente al francés, la secularización de nuestra sociedad no es mayor ni menor que la de todo el mundo occidental. Y, además, no hay Gobierno mas desprendido en cuestiones monetarias. Da igual. Nada servirá de nada. Un despliegue casi humillante de brazos y piernas abiertas no nos congraciará con la Iglesia. Solo nos es permitida la adhesión inquebrantable. Es la fatalidad que nos acompaña por ser España, sobre todo, puente con Latinoamérica, donde se libra la gran batalla por las clientelas religiosas. No proponemos la ruptura. Vivir es convivir. Pero sin humillarse, sin hacer el ridículo con un peloteo rastrero que, además, resulta estéril."

lunes, 2 de febrero de 2009

Invierno (3) El General Invierno, eterno defensor de Rusia


El terrible invierno ruso ha recibido varias veces en la Historia el célebre sobrenombre de "El General Invierno" al haber ayudado de forma importante con su legendario rigor a que fracasaran al menos tres intentos de invasión de Rusia por tropas extranjeras. Las repasamos porque son tres momentos decisivos en la historia de Europa y la humanidad.


1ª Parte - Invierno de 1708-1709: Carlos XII de Suecia contra Pedro I el Grande

A principios del siglo XVIII, el rey Carlos XII de Suecia quien con un moderno ejército dominaba la lucha por el dominio del Báltico, quiso vencer definitivamente a uno de sus mayores enemigos, el zar Pedro I el Grande (personaje clave en la historia de Rusia y sobre el que volveremos en algún especial) en uno de los más decisivos episodios de la Gran Guerra del Norte y planeó invadir Rusia y llegar hasta Moscú.

No obstante, en aquel invierno de 1708-1709 fue cuando los rusos aplicaron, por primera vez en la Historia contra un ejército regular, la táctica de retirarse dejando tras de sí sólo tierra quemada y el terrible invierno ruso para hacer de la inmensa estepa un terreno aún más hostil a las tropas enemigas.

De esta forma, con los suecos buscando refugio y víveres en el desolado Norte de Ucrania, los rusos evitaron el confrontamiento directo con ellos, recurriendo a escaramuzas y pequeños ataques relámpago que desgastaban al ejército sueco hasta dejarlo exhausto, para vencerlo definitivamente ante la ciudad de Poltava, en junio de 1709.



2ª Parte - Invierno de 1812: Napoleón y la Grande Armée

Tras rechazar a los rusos en Polonia en junio de 1812, Napoleón y la Grande Armée, unos 700.000 hombres entre franceses y aliados que formaban el ejército más grande conocido hasta la fecha, atravesaban el río Niemen dispuestos a llegar a Moscú y forzar al zar Alejandro I a negociar una rendición.

Sin embargo fueron los primeros éxitos iniciales de los franceses y su empuje, que obligaron al ejército ruso a retroceder lo que paradójicamente les acabaría beneficiando, pues las líneas francesas de aprovisionamiento se alargaron alarmantemente lo que fue aprovechado por el general ruso Kutuzov para eludir la batalla en campo abierto y hostigar a los franceses con pequeñas escaramuzas y ataques sorpresa que fueran desgastando al enorme ejército invasor.

No obstante Napoleón acabaría teniendo la batalla campal que buscaba el 7 de septiembre cuando atacó a los rusos fortificados en Borodino. Aunque la batalla supuso una auténtica masacre ya que hubo unos 70.000 muertos entre ambos ejércitos (se calcula que cayeron unos 8500 hombres cada hora de la batalla, triste récord mortífero hasta la batalla del Somme, en 1916) y los franceses pudieron avanzar hacia Moscú, el general corso no consiguió destruir el ejército ruso, que se retiró y pudo reagruparse.


Así, los franceses entraron el 14 de septiembre en un Moscú abandonado por sus habitantes y saqueado por el propio ejército ruso, que además prendió fuego a la ciudad privando los franceses (que también sufrieron una terrible plaga de pulgas) del refugio que necesitaban para aguantar el terrible invierno ruso. Esto obligó a salir de Moscú a Napoleón el 19 de octubre y posteriormente forzó su retirada hacia el Oeste en penosas condiciones por la ruta de Smolensk, que estaba rodeada de ejércitos rusos.

Y fue entonces cuando nuevamente el General Invierno, con temperaturas de hasta -30º por las noches, cayó mortalmente sobre las menguantes tropas de Napoleón, congelando a miles de soldados, lo que sumado a las enfermedades, los lobos que veían a los soldados aislados una presa fácil y a los soldados de Kutuzov, que hostigaban continuamente la retaguardia, los flancos y las líneas de abastecimiento del desorganizado ejército francés, desmoralizándoles, aislándoles, privándoles de sus escasísimos suministros, matando a sus monturas que servían como comida para la tropa famélica, haciendo que abandonaran la artillería, aumentando las deserciones, convirtiendo su retirada en una enloquecida carrera de supervivencia.

"Las carreteras eran como el cristal. Los caballos se resbalaban y no podían levantarse. Nuestros soldados no tenían fuerza en los brazos y se quedaban dormidos abrazados a sus mosquetes... al despertar, los cañones de las armas se quedaban pegados a sus caras y, literalmente, les arrancaban la piel a tiras... Te aseguro que ni viendo estos horrores puede uno creerlos..."

Todos estos factores terminaron por dividir las columnas francesas que intentaban refugiarse en los bosques para escapar a los terribles cosacos del comandante Platov que cercenaban al galope las cabezas de los rezagados o de los soldados que se rendían o los despellejaban vivos...

Consiguieron que se desangrara la invencible Grande Armée de Napoleón.

De esta forma cuando los franceses llegan al semicongelado río Bereziná y ven cómo han sido destruidos sus puentes, los zapadores logran construir en tiempo record dos puentes de pontones por los que el 26 de noviembre logran escapar Napoleón y una parte del ejército, mientras que el pánico y el caos más absolutos invade a los que aún no han cruzado, que literalmente se pisotean hasta la muerte, o ahogándose en el río al intentar cruzarlo a nado, buscando enloquecidos escapar a una muerte terrible.

Fue el 29 de noviembre cuando Napoleón ordenó a los zapadores destruir los puentes para que no los cruzaran los rusos en su persecución, cosa que hicieron con lágrimas en los ojos al comprobar cómo las tropas que quedaban en la otra orilla eran alcanzadas y aniquiladas por los ejércitos de Kutuzov. Aún hoy en Francia la palabra bereziná es sinónimo de catástrofe.

Lo que queda en esos momentos de la Grande Armée son apenas 30.000 hombres en precarias condiciones de combate, para los que aún han de continuar las penalidades. De esta forma, cuando entre el 7 y el 9 de diciembre los restos del ejército francés llegan a Vilna, miles de hombres revientan de puro agotamiento en los portales de las casas e incluso asaltan el colegio médico de la ciudad para comer los órganos conservados en alcohol. Y aún así seguirán siendo perseguidos por los crueles e infatigables cosacos de Platov hasta que logren volver a cruzar el Niemen y lleguen a Prusia. Al final, sólo unos 10.000 soldados franceses y aliados consiguen volver del infierno blanco de Rusia.

Fue así como el sueño de Napoleón en Rusia quedó esparcido en sus infinitas llanuras nevadas, otra vez el implacable invierno ruso cobrándose su terrible cuota de sufrimiento humano.

(Para más información sobre la campaña rusa de Napoleón, recomendamos la página de Remilitari sobre el tema, así como los libros "Nevaba" de Patrick Rambaud y "La trágica marcha de Napoleón sobre Moscú", de Adam Zamoyski)


3º Parte - Invierno de 1942-1943: Stalingrado, los niños y el cocodrilo


Una fuente con unas niños bailando alrededor de un cocodrilo. Esta fuente, regalo de un país africano y que sobrevivió a los terribles hechos que ocurrieron en esta ciudad en el invierno de 1942-1943 parece ofrecer una perfecta metáfora de lo que fue el padecimiento supremo de esa ciudad, de sus habitantes y de los soldados que la defendieron ante el ataque de Hitler.

Hitler quería controlar el Cáucaso y sus pozos petrolíferos por lo que consideraba vital expulsar a los rusos más allá del Volga y la llave de estos proyectos era conquistar la ciudad de Stalingrado que además era un importante nudo ferroviario que comunicaba Moscú con el Cáucaso y el Mar Negro.

Sin embargo carecía de las tropas necesarias para mantener un frente desde el Mar Báltico al Mar Negro y además emprender una ofensiva de tanto calibre, por lo que Stalingrado supuso uno de sus mayores errores estratégicos. En esta ciudad no sólo dejó que aniquilaran uno de sus mejores ejércitos, el Sexto Ejército del sobrevalorado Mariscal Von Paulus y una parte del 4º Ejército Blindado de Hermann Hoth, sino que provocó que la inercia de la guerra cambiara a favor de la Unión Soviética.

Así pues entre junio de 1942 y febrero de 1943, con bajas de aproximadamente un millón y medio de personas entre ambos bandos (soldados y civiles) se disputa la batalla más sangrienta de la historia de la humanidad así como una de las más decisivas, en la que los alemanes alcanzan el límite de su expansión en el sur de Rusia y donde la poderosa Wehrmacht comienza a escribir su fin.

Stalingrado se extendía 50 km a lo largo de la orilla del Volga con una anchura dentro de la orilla oeste de unos 10 km y hacia ella se abalanzó el general Von Paulus y su ejército de unos 200.000 hombres. A esta fuerza, el comandante soviético Vassili Chuikov sólo podía oponer en un primer momento los 40.000 hombres que componían su 64º ejército. 

Pero pronto llegarían refuerzos a través del Volga.El 28 de julio Stalin da la orden "Ni un paso atrás" que obligaba a los civiles (aproximadamente medio millón) a permanecer en la ciudad para espolear a sus tropas y dar ejemplo al resto del país y a los infelices soldados rusos a ser muchas veces sacrificados contra las ametralladoras sin armas o en circunstancias penosas si no querían ser disparados sin compasión por la espalda por las tropas de los despiadados comisarios políticos rusos.

Estas tácticas terribles sin embargo comienzan a surtir efecto y ayudados por el incesante flujo de refuerzos rusos que llegan en transbordadores desde la otra orilla del Volga, los rusos enredan a los alemanes en feroces combates cuerpo a cuerpo, casa por casa, les tienden sangrientas emboscadas entre los escombros, los desmoralizan con la eficacia de sus francotiradores (entre los que sobresale Vasilly Zaitsev, al que interpreta Jude Law en la excelente "Enemigo a las puertas)" que despachan centenares de soldados pero especialmente oficiales, lo que va descabezando sus cadenas de mando, desgastándoles con un tipo de combate en el que no pueden utilizar ni su superioridad táctica ni el apoyo efectivo de sus panzers ni el de su aviación.
"la ciudad se cubrió de una atmósfera repulsiva y pútrida. La razón era obvia: los cadáveres de ambos bandos se descomponían bajo los escombros. La pestilencia y las enfermedades pronto se hicieron sentir."
Los altavoces rusos crispan los nervios de los alemanes y su ánimo emitiendo a todo volumen y sin cesar el sonido de un tictac de reloj y una voz clamando "cada siete segundos muere un soldado alemán en Stalingrado".

De esta forma, aunque los alemanes, ayudados por el 4º Ejército Panzer refuerzan su ofensiva y el 11 de noviembre tienen bajo su poder casi el 90% de la ciudad (algunas unidades incluso logran llegar al Volga), Stalin y el alto mando soviético empiezan a acumular divisiones de refresco que les ayuden a pasar al contraataque, atacando y arrollando los descuidados flancos del 6º Ejército, débilmente protegidos por tropas de los aliados rumanos y húngaros.

Así, el 19 de noviembre de 1942 y trás un terrible cañoneo artillero, 200 divisiones soviéticas atacan por el Norte y por el Sur de la ciudad para caer sobre la retaguardia germana, cortar sus líneas de suministro y posteriormente, cerrando las pinzas de la trampa, devolverles la táctica del kessel o "caldero", embolsamientos masivos de tropas que tan buenos resultados había dado a los generales alemanes al principio de la guerra.

Aunque la trampa tardaría aún en cerrarse, Hitler prohibió al general Von Paulus cualquier retirada de la ciudad sellando así su destino y el de su ejército. Las condiciones climáticas empeoraron y el General Invierno cayó con todo su poder sobre un ejército alemán poco preparado para resistirle. Las temperaturas cayeron hasta los -18 grados, lo que sumado a las enfermedades y la falta de alimentos (en diciembre comenzaron las muertes por inanición), deterioraron rápidamente a un ejército alemán que además veía cómo la aviación rusa iba borrando de los cielos a la Luftwaffe de Hermann Goering.

Éste había prometido personalmente a Hitler 500 toneladas de abastecimientos diarios al kessel pero que apenas llegó durante tres días a las 130 toneladas, desplomándose más tarde más abajo de esa cantidad. Asimismo, una contraofensiva de rescate del general Von Manstein que pretendía romper el cerco fue frenada rápidamente por los rusos.

El 25 de diciembre mueren más de 1200 soldados de hambre y frío, mientras los soviéticos hacen fiestas en la otra orilla del Volga que mortifican a los famélicos alemanes. El 8 de enero cae el aeródromo de Pitomnik, el último controlado por los alemanes, cortando completamente sus comunicaciones.

El 30 de enero Hitler, a quien la suerte de los hombres del 6º Ejército y parte del 4º Ejército Panzer embolsados en Stalingrado hacía tiempo que no le importaba mucho, nombra mariscal de campo a Von Paulus, auténtico caramelo envenenado ya que, en el mismo mensaje en que le notificaba su ascenso le sugería el suicidio ya que según afirmaba líneas más abajo, ningún mariscal de campo alemán ha sido nunca tomado prisionero. Ese humor negro que tenía Adolf.

Entre el 31 de enero y el 2 de febrero, tras terribles sufrimientos, sin comida, sin municiones, los 90.000 soldados alemanes supervivientes se entregan a las tropas soviéticas y comienzan su particular marcha de la muerte hacia Siberia. Los tres mil heridos que se resguardaban en el cuartel general germano son rematados por los rusos.

Termina la batalla.

La derrota de Stalingrado significó la pérdida de iniciativa del ejército alemán en la guerra con la Unión Soviética pues tuvieron casi 800.000 muertos, heridos y prisioneros por 1.500.000 de bajas los rusos. Sin embargo, Stalin contaba con unas casi inagotables reservas de tropas mientras que para los alemanes estas pérdidas de soldados y material de guerra eran irremplazables.

Esta victoria se convirtió en un símbolo para toda la Unión Soviética y sus aliados. Se dieron cuenta de que la antaño invencible Werhmacht de Hitler podía ser derrotada, de que podían bailar alrededor del terrible reptil y vencerlo.


>