"Lamentablemente, si ustedes están viendo este mensaje es porque fui asesinado por el presidente Álvaro Colom... la razón de por qué estoy muerto se debe a que fui el abogado de Khalil Musa y su hija Marjorie, que fueron salvajemente asesinados también por el presidente Colom".
Este podría ser perfectamente el inicio de un thriller o de una película de suspense. El anzuelo ideal de cualquier director para mantener al espectador atento desde el minuto cero y mucho más expectante si sabe que este inicio es el de un hecho real. El vídeo en el que el Rodrigo Rosenberg, un rico abogado guatemalteco, anuncia su muerte y señala de manera directa a sus asesinos. El abogado de 47 años anunciaba que tenía pruebas de la complicidad directa del presidente y su mujer en el asesinato del 14 de abril del conocido empresario textil Khalil Musa (74 años) y su hija Marjorie Musa (con quien mantenía un romance).
En ocho minutos, con traje oscuro, camisa blanca y corbata azul, Rosenberg va desgranando las vicisitudes de su muerte anunciada, ocurrida un domingo de mayo de 2009 cuando salió a dar un paseo en bicicleta cerca de su casa, un barrio residencial de la ciudad de Guatemala. El caso Rosenberg convulsionó entonces a la sociedad guatemalteca, traumatizada por una violencia en la que cada día morían asesinadas 15 personas y en la que el 98% de esos asesinatos quedan impunes. Un asesinato plagado de oscuridades y controversias con un desenlace inesperado. 'Seré asesinado'
El documental que hoy publicamos, dirigido por el periodista y cineasta británico afincado en Cataluña Justin Webster, entra de lleno en este caso asistiendo casi en directo a un complejo entramado de dudas, mentiras, venganzas, traiciones, violencia, enfrentamientos políticos y amor.
Con la participación de Eduardo Rosenberg, hijo del personaje central de esta historia, y del fiscal español Carlos Castresana, entonces al frente de la Comisión Internacional Contra la Impunidad de Guatemala (CICIG), encargado de dirigir la investigación del caso real como narradores de los hechos, ponen en imágenes una historia inquietante que sacudió las bases institucionales de Guatemala.
De la realidad a la ficción
La historia fascinó a Webster, autor de media docena de documentales, como FCB Confidencial, donde narraba los entresijos de funcionamiento de la junta del Barça presidida por Joan Laporta, o Conexión Madrid, una investigación de cómo y por qué un grupo de musulmanes de Madrid llegó a formar el comando que en 2004 perpetró el 11-M. Un director abocado a las investigaciones, decidido a meter las narices en sitios de los que otros preferirían mantenerse alejados.
"Lo que pasó es profundamente elocuente del estado de violencia y de justicia de posguerra, de infierno casi, que vive Guatemala. Por qué y cómo murió es entrar en el alma de Rodrigo Rosenberg, y por otra parte, en el alma de Guatemala. Y esto tiene aspectos universales, porque este país es un caso extremo, pero contaminado por una impunidad que podemos reconocer. La muerte de Rosenberg es una parábola y una tragedia sobre una impunidad reconocible".
Pocos personajes han despertado tanta controversia como él. Pocos han logrado que su nombre trascienda tiempos y fronteras. Es Pablo Escobar Gaviria. El jefe del cartel de Medellín sigue siendo en el imaginario popular el narcotraficante que ha sido capaz de controlar gran parte de la cocaína que se consumía en Estados Unidos en los ochenta al tiempo que ponía en jaque a todo Colombia.
Escobar ha sido sin dudas el narco más poderoso del mundo y también el más sanguinario. Con la sombra de una herencia de cadáveres y familias rotas, secuestros y atentados con bombas ha matado a un número indefinido de almas. Miles. Una cifra imposible de calcular, al igual que su fortuna. 'El Patrón' ha sido dueño de una vida apasionante que ha despertado todo tiempo de sentimientos, tanto es así que se ha convertido en uno de los personaje más exprimido por la literatura(incluso por García Márquez), el cine, la televisión y hasta los videojuegos en lo que llevamos de siglo. Porque lo tenía y tiene todo para que así sea, las polémicas, los enfoques, los exceso y los crímenes. Está claro que Escobar Gaviria es toda una oscura leyenda de ficción.
La memoria y el perdón Poco a poco hasta los secretos mejor guardados del narcotraficante colombiano comienzan a ver la luz y uno de los encargados de ello es, nada más y nada menos, que su propio hijo. Hay tres cosas sobre las que Sebastián Marroquín Santos, nuevo nombre del hijo de Escobar, dice tener plena certeza: que el narcotraficante más buscado del mundo fue un buen padre y que su amor por él es incondicional, no negociable; que fue el bandido más salvaje que ha conocido la historia de su país, cuyo dolor causado a Colombia y al mundo sigue vigente; y que todo lo que te da el narcotráfico, te lo quita.
Tras 13 años de silencio y utilizando su verdadero nombre, Juan Pablo Escobar instalado en Argentina desde la muerte de su padre, busca en este documental 'Pecados de mi padre' dirigido por Nicolás Entel, reconstruir un retrato íntimo de su progenitor a través de sus propios relatos. Un joven que vivió la muerte de su padre con 16 años y que juró vengar su muerte busca ahora un proceso de liberación mediante la memoria y el perdón. La memoria de aquellos funestos días y el perdón de aquellos a los que Escobar marcó para siempre sus vidas como los hijos de las víctimas políticas más emblemáticas de Colombia, a quien 'El Patrón' ordenó asesinar: los del candidato presidencial Luis Carlos Galán y el ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla. Convencido de que la historia de su padre debe ser contada pero no repetida y sin renegar de su apellido, aborda este documental reabriendo el debate. Amado y odiado, así es Pablo Escobar Gaviria, un personaje que trasciende tiempos y fronteras.
Presentación - 'Los pecados de mi padre'
Pasaron más de veinte años de silencio mientras recomponía mi vida en el exilio. Para cada cosa hay un tiempo y este libro, al igual que su autor, necesitaban un proceso de maduración, autocrítica y humildad. Solo así estaría listo para sentarme a escribir historias que aún hoy para la sociedad colombiana siguen siendo un interrogante. Colombia también ha madurado para escuchar y por eso consideré que era hora de compartir con los lectores mi vida al lado del hombre que fue mi padre, a quien amé incondicionalmente y con quien por imperio del destino compartí momentos que marcaron una parte de la historia de Colombia.
Desde el día en que nací hasta el día de su muerte, mi padre fue mi amigo, guía, maestro y consejero de bien. En vida, alguna vez le pedí que escribiera su verdadera historia, pero no estuvo de acuerdo: "Grégory, la historia hay que terminar de hacerla para poder escribirla".
Juré vengar la muerte de mi padre, pero rompí la promesa diez minutos después. Todos tenemos derecho a cambiar y desde hace más de dos décadas vivo inmerso en reglas claras de tolerancia, convivencia pacífica, diálogo, perdón, justicia y reconciliación. Este no es un libro de reproches; es un libro que plantea profundas reflexiones sobre cómo está diseñada nuestra patria y sus políticas, y por qué surgen de sus entrañas personajes como mi padre. Soy respetuoso de la vida y desde ese lugar escribí este libro; desde una perspectiva diferente y única en la que no tengo agenda oculta, contrario a la mayoría de los textos que circulan sobre mi papá.
Este libro no es tampoco la verdad absoluta. Es un ejercicio de búsqueda y una aproximación a la vida de mi padre. Es una investigación personal e íntima. Es el redescubrimiento de un hombre con todas sus virtudes pero también con todos sus defectos. La mayor parte de estas anécdotas me las contó en las frías y largas noches del último año de su vida, alrededor de fogatas; otras me las dejó escritas cuando sus enemigos estaban muy cerca de aniquilarnos a todos.
Este acercamiento a la historia de mi padre me llevó a personajes ocultos por años, que solo ahora estuvieron dispuestos a contribuir con este libro, para que mi juicio y el de la editorial no estuvieran nublados. Pero sobre todo para que nadie, nunca más, heredé estos odios. No siempre estuve al lado de mi padre, no me sé todas sus historias. Miente quien diga que las conoce en su totalidad. Me enteré de todas las memorias que contiene este libro, mucho tiempo después de que sucedieron los hechos. Mi padre jamás consultó ninguna de sus decisiones conmigo, ni con nadie; era un hombre que sentenciaba por su propia cuenta. Muchas ‘verdades’ de mi padre se saben a medias, o ni siquiera se conocen. Por eso contar su historia implicó muchos riesgos porque debía ser narrada con un enorme sentido de responsabilidad, porque lamentablemente mucho de lo que se ha dicho pareciera encajar a la perfección. Estoy seguro de que el filtro de acero que puso Planeta con el editor Edgar Téllez contribuyó al buen suceso de este proyecto.
Esta es una exploración personal y profunda de las entrañas de un ser humano que además de ser mi padre lideró una organización mafiosa como no la conocía la humanidad. Pido perdón públicamente a todas las víctimas de mi padre, sin excepciones; me duele en el alma profundamente que hayan sufrido los embates de una violencia indiscriminada y sin par en la que cayeron muchos inocentes. A todas esas almas les digo que hoy busco honrar la memoria de cada una de ellas, desde el fondo de la mía. Este libro estará escrito con lágrimas, pero sin rencores. Sin ánimos de denuncia, ni revanchismos y sin excusas para promover la violencia ni mucho menos para hacer apología del delito. El lector se sorprenderá con el contenido de los primeros capítulos del libro porque revelo por primera vez el profundo conflicto que hemos vivido con mis parientes paternos. Son veintiún años de de-sencuentros que me han llevado a concluir que en el desenlace final que condujo a la muerte de mi padre varios de ellos contribuyeron activamente. No me equivoco si digo que la familia de mi padre nos ha perseguido más que sus peores enemigos. Mis actos hacia ellos tuvieron siempre su origen en el amor y en el respeto absoluto por los valores familiares, que no debieron perderse ni en la peor de las guerras y menos por dinero. Dios y mi padre saben, que yo más que nadie soñé y quise creer que esta dolorosa tragedia familiar, fuese solo una pesadilla y no una realidad a la que me tuviera que enfrentar. A mi padre le agradezco su cruda sinceridad, aquella que por la fuerza del destino me tocó comprender pero sobre todo sin justificarlo en absoluto.
Ante mi pedido de perdón en el documental “Pecados de mi Padre”, alguna vez los hijos de los líderes asesinados Luis Carlos Galán y Rodrigo Lara Bonilla me dijeron: “Usted también es una víctima” y mi respuesta sigue siendo la misma desde entonces: si acaso lo soy, seré el último en la larga lista de Colombianos.
Mi padre fue un hombre responsable por su destino, de sus actos, de sus elecciones de vida como papá, como individuo y —a su vez— como el bandido que le causó a Colombia y al mundo, unas heridas que no pierden vigencia. Sueño que algún día cicatricen y puedan transformarse para bien, para que nadie ose repetir esta historia, pero sí aprender de ella. No soy un hijo que creció siendo ciegamente fiel a su padre, pues en vida le cuestioné duramente su violencia y sus métodos, y le pedí de todas las maneras posibles que abandonara sus odios, que depusiera sus armas, que encontrara soluciones no violentas a sus problemas.
En el universo de opiniones que hay en torno a la vida de mi padre, en una sola coincidimos todos: En su amor incondicional por esta, su única familia. Soy un ser humano que espera ser recordado por sus actos y no por los de su padre. Invito al lector a que no me olvide durante el paso por mis relatos, ni me confunda con mi padre, porque esta es también mi historia.
En otra de las miradas a nuestro mundo publicamos la serie documental de cinco capítulos 'Planeta Arena' (Planéte Sable, 2015) dirigida por Thierry Berrod sobre los desiertos que cubren un tercio -y creciendo- de la superficie terrestre emergida de nuestro planeta . Desde el enorme Sahara y las medidas que están tomando para evitar su expansión hasta el hostil a la vida Atacama o el antropogénico desierto creado donde antes había un mar, el de Aral (al que ya dedicamos otra entrada). Además un desierto como un continente casi entero en Australia o la lucha de los chinos para contener la creciente aridez de ingentes áreas de su territorio. Tan hermosas como inhóspitas, nos fascinan, pero sabemos muy poco de ellas, y por una razón: son las áreas menos antrópicas del mundo. Sin embargo, hoy parece que el rastro del hombre se siente claramente. El fenómeno es tal que la estimación actual es que cerca de 4.000 millones de hectáreas están amenazadas por la desertificación, poniendo a más de 250 millones de personas en una situación grave. Cada año, la pérdida de suelo es equivalente a la superficie de Suiza. Por lo tanto, se estima que en veinte años, una superficie equivalente a los Estados Unidos se transformará en tierra firme. Fenómeno aún más preocupante en que la propagación de los desiertos es el elemento más amenazante para satisfacer las necesidades alimentarias mundiales. Además, en muchos países en desarrollo, las zonas rurales pobres y las zonas áridas a menudo se superponen. Cuando el hombre repara el medio ambiente Dada la magnitud de los daños, hoy es difícil no echar la culpa al comportamiento egoísta del hombre que durante años ha desviado los ríos, ha secado lagos, ha deforestado grandes áreas y ha vuelto infértiles tierras disponibles. ¿Cómo devolver el agua a un antiguo lago drenado, rehabilitar la tierra de desecho? En una palabra, ¿cómo reparar lo irreparable? Este es el desafío hoy para los investigadores, científicos y personas que trabajan juntos para encontrar soluciones para frenar esta desertificación. Y por una vez hay un montón de iniciativas positivas. Sahara, reconquistando las tierras perdidas En 'Sahara, reconquistando las tierras perdidas', veremos cómo la superficie de tierra fértil está desapareciendo por el avance imparable de los desiertos en todo el planeta. En África, el desierto del Sahara ha avanzado un un siglo más de 250 kms en una frente de 6000 kms de longitud, extendiéndose a lo largo de seis países.
Atacama (Chile), la búsqueda del agua El desierto de Atacama, en Chile, está considerado como uno de los desiertos más secos del planeta. No llueve nunca y no hay vida, ni vegetal ni animal. Es el lugar más hostil del planeta.
Aralkum, el desierto más joven del mundo A finales del siglo XX apareció un nuevo desierto en Asia Central: el del Mar de Aral, el desierto más joven del mundo. La desecación y salinización del suelo está contribuyendo a este nuevo eclave desértico. Los habitantes están llevando varias políticas medioambientales para paliarlo.
Australia, el continente desértico El 75% del continente australiano es árido o semiárido. Las sequías son frecuentes y salvajes, llegando a alcanzar en verano temperaturas superiores a los 50ºC. Aquí, por la propia sequía, los vientos y la salinidad del suelo, la desertificación se ha intensificado.
Desierto de Gobi: China, en guerra contra El Dragón Amarillo En China se están formando nuevos desiertos. Para frenarlos se están construyendo grandes muros verdes, como en el Oasis de Minqin, entre dos desiertos, actuándose en la llamada grieta en la 'boca del tigre', zona débil que permite la entrada de la arena del desierto.
Los ataques de Las Ramblas y Cambrils impactan y conmueven especialmente, más allá de la empatía con las víctimas, porque consiguen que todos nos sintamos vulnerables. El terror low cost emplea herramientas difíciles de detectar, como el alquiler de vehículos, que reducen casi a cero los espacios de seguridad mental. ¿Quién no ha caminado por un bulevar, la acera de un puente o una calle peatonal?
La mayoría de los atentados yihadistas en Europa los han cometido ciudadanos europeos. Las propuestas de cerrar las fronteras son inútiles. Es un hagamos algo porque no sabemos qué hacer. Son inútiles porque los terroristas no vienen de fuera, están dentro, han nacido aquí. Son belgas, franceses, británicos, españoles. No viajan en patera ni saltan vallas, porque entran por los aeropuertos con su pasaporte, como usted y como yo.
Cuesta manejar la idea de la existencia de un enemigo invisible como los miembros de la célula de Ripoll porque multiplica nuestra vulnerabilidad. Para manejar ese sentimiento, tendemos a acotarlo en una raza, una religión, una nacionalidad. De ahí nacen la islamofobia y el racismo. El objetivo del terror es aterrorizar, generar un pánico indiscriminado que anule la capacidad colectiva de pensar. Toda reacción desde las tripas representa una victoria porque nos iguala. Logra que todos, víctimas y verdugos, estemos juntos en un mismo espacio emocional. De ahí la importancia del No tinc por. No solo es una declaración –no tenemos miedo–, es un grito que refuerza la pertenencia, nos ayuda a sentir que no estamos solos. Somos parte de una comunidad que no se rinde, que está dispuesta a la resistencia.
Antes de seguir, una pregunta: ¿qué es terrorismo?
Despreciar al enemigo, considerarlo bárbaro o tonto, es el camino más fácil hacia la derrota. Para vencer es necesario aceptar que nos enfrentamos a personas inteligentes que tienen un plan y unas razones. Atacan a nuestros civiles porque sienten que nosotros bombardeamos a los suyos. Atentan porque sienten que atentamos contra sus países. Es necesario enfrentar su narrativa con otra narrativa. No bastan las declaraciones pomposas, por lo general, huecas. Nos movemos en una guerra de percepciones. La de la seguridad, la del miedo. La percepción de que todos somos objetivo. Es un campo propenso para la manipulación política.
Les recomiendo el artículo “As Vehicle Attacks Rise, an Ordinary Object Becomes an Instrument of Fear”, de Amanda Taub en The New York Times. Cita el trabajo de Marc Hetherington y Elizabeth Suhay, dos expertos en Ciencia Política. Sostienen que cuando las personas más propensas a confiar en el otro se sienten en riesgo de sufrir un ataque, suelen ser las más dispuestas a sacrificar parte de sus libertades a cambio de seguridad.
Recuerdan que en EEUU mueren entre 30.000 y 40.000 personas al año en accidentes de automóvil, muchos más que los muertos por terrorismo en todo el mundo. Pero nadie se siente amenazado al subirse a un coche. No percibimos el accidente de tráfico como un riesgo inminente. Pero nuestra cabeza no funciona igual con los atentados.
El miedo nos empuja a dividir el mundo entre "ellos" y "nosotros", a levantar muros físicos y muros de prejuicios. La primera victoria de los terroristas es que no sepamos diferenciar entre asesinos y víctimas.
Un estudio del think thank Chatham House, citado por Taub, revela que más de un 50% de los europeos están de acuerdo con prohibir la inmigración procedente de países musulmanes. Igual que Donald Trump. El virus de la intolerancia también está entre nosotros, no solo afecta a los yihadistas.
Por qué nos atacan
Para el universo salafista, del que surgen Al Qaeda y Estado Islámico, España pertenece a la coalición que libra una guerra contra el islam. José María Aznar nos puso en el mapa con su foto en las Azores. Es increíble que el hombrecillo insufrible tenga la indecencia de seguir dando consejos en lugar de pedir perdón e irse de una vez a su casa. España ha tenido tropas en Irak y en Afganistán, y mantiene instructores en Irak. Somos parte de "los cruzados", como nos llaman.
Las empresas europeas del sector vendieron en 2016 armas por valor de 80.000 millones de euros. De esa cantidad, 25.000 millones proceden de ventas a Arabia Saudí, que apenas tiene 30 millones de habitantes. España vendió a Riad por valor de 116 millones de euros, de los que 34,7 fueron en municiones. Arabia Saudí es uno de nuestros grandes socios no importa quién esté en la Moncloa. Gran parte de esas armas y municiones sirven para matar personas en Yemen y Siria. No somos inocentes.
Francia y Reino Unido participan, junto a EEUU, en misiones de bombardeo en Siria. Por muy inteligentes que sean las bombas que lanzan, mueren civiles.Tan civiles como los nuestros.
Nuestros aliados en Oriente Próximo
Nuestro principal aliado en la zona es nuestro principal problema: Arabia Saudí. Le compramos petróleo y le vendemos armas sin preguntar demasiado. Parece un buen negocio. Arabia Saudí gasta miles de millones en extender por el mundo su versión rigorista del islam, el wahabismo, que empezó como una corriente herética dentro del islam suní, pero si tienes mucho dinero te puedes comprar que deje de serlo. El año que el ISIS conquistó Raqqa, su ‘capital’ en Siria, utilizó libros de texto saudíes para las escuelas. Están en la misma frecuencia ideológica.
Riad financia a miles de asociaciones políticas y organizaciones religiosas. De ese universo surgen los grupos armados y gran parte del terrorismo actual. Esa red tenía dos objetivos, extender el wahabismo y la hegemonía saudí en la región frente a Irán, el país de referencia de la otra gran corriente del islam, el chiísmo, y alejar lo más posible a los grupos más radicales. No funciona porque la monarquía saudí también es un objetivo de los más radicales.
Durante el mandato de Barack Obama se produjo un importante cambio estratégico. Tras la firma del pacto nuclear con Irán, este país obtuvo de Occidente el reconocimiento indirecto de aliado potencial. No puede ser automático porque aún pesan décadas de odio y animosidad. Pero la tendencia era reconocer que Irán es el país que mejor defiende nuestros intereses en la zona. Es la vanguardia, junto a los kurdos, de la lucha contra el ISIS en Irak y Siria. Irán y Arabia Saudí son enemigos mortales. Si nos acercamos a uno, nos alejamos del otro. Nadie trabaja los puentes.
La llegada de Trump a la Casa Blanca ha devuelto el protagonismo a los saudíes. Y la confianza como para lanzarse contra Qatar, al que ha impuesto sanciones y un embargo. Qatar tampoco es inocente en la financiación del salafismo y de grupos armados en Siria y Libia. El problema no es ese, sino que Doha apoya a los Hermanos Musulmanes, rivales del wahabismo. Además, Qatar comparte una gran reserva de gas con Irán y también algunas ideas sobre el mapa de la región, algo que irrita a Riad. En la partida por la hegemonía en el mundo árabe suní, Doha se mueve según sus propios intereses.
La Internacional del Odio
No es una guerra contra nuestro estilo de vida y nuestras libertades, como dicen algunos políticos especializados en el disparate.
De los 72.000 muertos en atentados yihadistas entre los años 2000 y 2014, más 63.000 son musulmanes. Un tercio de los 86 muertos en el atentado de Niza eran musulmanes. Entre las víctimas de Barcelona, muertos o heridos, hay musulmanes. ¿Contra qué tipo de valores atentan los yihadistas cuando matan musulmanes?
Los delitos no los cometen las religiones, las razas, los sexos o las nacionalidades. Los delitos los cometen las personas. El motor del yihadismo es el odio, como lo es en los supremacistas blancos de EEUU, los neonazis y toda esa caterva de movimientos fascistas que agitan el rechazo del otro.
Lo llamo la Internacional del Odio porque están en la misma frecuencia ideológica y moral. Como lo están muchos de los tuiteros, políticos y periodistas que han tuiteado basura en las redes sociales. ¿Cómo vencer al odio con más odio? Muchos han quedado retratados.
Buscan mezclar terroristas con refugiados sirios, a los que hemos cerrado la puerta. Estos refugiados huyen de atentados como el de Barcelona o los del 11M. Solo existe una diferencia: los suyos son diarios. Más de la mitad de la población siria se ha visto forzada a dejar sus casas por la violencia de una guerra en la que tenemos mucha responsabilidad.
No existen las soluciones mágicas. No existe una solución militar. Haber derrotado al ISIS en Mosul, y estar más o menos cerca de conseguirlo en Raqqa, no garantiza nada. Se trasladará a otra zona de Siria. Por si toda falla han activado el plan B: el ISIS busca la manera de asentarse en Afganistán en competencia con los talibanes.
Una hipotética pérdida total del territorio les dejaría sin una pieza esencial en la construcción de la narrativa del Califato, que es el principal atractivo del ISIS, y la principal diferencia con Al Qaeda. Su alternativa sería potenciar la vía del terrorismo masivo, como el que ya practicó en sus orígenes en Irak.
Puede dar la impresión de que el ISIS está más débil, pero no es lo que dicen los datos. En 2017 llevamos 3.950 muertos en atentados yihadistas: Afganistán (849), Irak (647), Siria (602). A cola de la lista, la Unión Europea (50), sin contar los de Barcelona y Cambrils. No somos el objetivo por mucho que se empeñen los supremacistas españoles.
Es necesaria una respuesta policial, anticiparse como se ha hecho en España desde 2004. Ha tenido éxito hasta el jueves. La seguridad total no existe.
Detenciones de yihadistas en España
Es necesario buscar la implicación de las comunidades musulmanas europeas. Los atentados de París y Bruselas pusieron de manifiesto la paupérrima cooperación entre las policías de un mismo país y entre las del resto de la UE. Esa cooperación y la de los servicios secretos es clave. Debería haber una especie de FBI europeo. No puede ser que la gran mayoría de los imanes que predican en Europa estén formados en países extranjeros no democráticos. ¿Qué tipo de valores de tolerancia pueden predicar los que han sido educados en la intolerancia? Arabia Saudí es el principal controlador de esas mezquitas legales, como la de la M30. Hay que pactar con las comunidades musulmanas que los imanes se eduquen en Europa, en nuestros valores, para que puedan enseñar convivencia. La investigación de Ripoll ya tiene su imán salafista en el centro de la radicalización. Estos son los que vienen de fuera. Y están las mezquitas clandestinas.
¿Perseguimos a todos los imanes que predican el odio? ¿Haríamos los mismo con el arzobispo de Alcalá y otros que atacan derechos, leyes y personas?
Hay que trabajar en la educación y en el apoyo de los jóvenes sin empleo ni esperanza de tenerlo. Si nuestro gobierno no se preocupa de los jóvenes blancos, católicos o excatólicos.¿cómo pedir ayudas específicas para vivienda y empleo en las comunidades magrebíes?
Es necesaria un política de integración mutua, que las dos partes recorran la mitad del puente para que el encuentro sea posible. Los minutos de silencio ayudan a vencer el miedo, a sentir la pertenencia de la que hablaba al principio. Pero ayudan más cinco minutos de acción política más allá del postureo, la propaganda y los prejuicios.
'Realidades extremas' (Extreme Realities) es un documental dirigido en 2014 por los estadounidenses Marilyn y Hal Wiener y presentado por el siempre comprometido Matt Damon, que investiga una de las más críticas cuestiones de nuestro tiempo, la relación entre los eventos metereológicos extremos que sufre el planeta y el calentamiento global antropogénico, lo que se concreta en serias amenazas a la seguridad de nuestro planeta. Miedito.
Realidades extremas
"Realidades extremas" analiza minuciosamente, la fragilidad y la vulnerabilidad de la población, ante las consecuencias que el cambio climático provoca en el sistema económico, social y sanitario de las naciones afectadas.
La seguridad del planeta se ve comprometida por los efectos del clima errático como las sequías prolongadas, fuertes olas de calor, graves inundaciones. Sus consecuencias son refugiados medioambientales, muertes tribales o conflictos armados.
¿Puede un fenómeno climático extremo, junto con una serie de reivindicaciones económicas y de derechos humanos, contribuir a la caída de regímenes políticos y poner en riesgo la estabilidad de toda una zona?
La realidad actual es un planeta asediado por más catástrofes climáticas extremas, de las registradas hasta ahora en los últimos cien años. Y este cambio climático se ha convertido en uno de los principales problemas de la política exterior del siglo XXI.
Acción de Greenpeace contra plataformas petrolíferas en el Ártico Realidades extremas
Refugiados medioambientales por sequías o inundaciones, conflictos tribales, causadas por los escasos recursos de agua, levantamientos sociales, provocados por la subida de precios de los alimentos básicos, visibilizan la vulnerabilidad de las personas y comprometen la seguridad de las naciones.
Los riesgos asociados al cambio climático generan una delicada relación entre la población y el mundo que habitamos. La conexión entre los fenómenos meteorológicos extremos y las crisis económicas, sociales y sanitarias se está convirtiendo en uno de los principales problemas de la política exterior 31.05.2017 Documentos TV
El planeta tiene hoy un nuevo y alarmante desafío medioambiental, el cambio climático. Con motivo del Día Mundial del Medioambiente, Documentos Tv emite “Realidades Extremas”, un brillante trabajo de la PBS estadounidense, donde se analiza minuciosamente, la fragilidad y la vulnerabilidad de la población, ante las consecuencias que el cambio climático provoca en el sistema económico, social y sanitario de las naciones afectadas “El cambio climático ya es una causa de la violencia. No va a pasar en el futuro, ya está pasando”, afirma Christian Parenti, un periodista que trabaja en las zonas de guerra más peligrosas del mundo.
Recogida de carbón en África La seguridad del planeta se ve comprometida por los efectos del clima errático como las sequías prolongadas, fuertes olas de calor, graves inundaciones. Sus consecuencias, refugiados medioambientales, muertes tribales o conflictos armados. “Tenemos que entender, que existe una nueva geopolítica del Ártico, que va a emerger en las próximas décadas”, asegura Sherry Goodman, la exsubsecretaria del Departamento de Defensa de Estados Unidos en el documental. Moscú, ola de calor y grandes incendios ¿Puede entonces, un fenómeno climático extremo, junto con una serie de reivindicaciones económicas y de derechos humanos contribuir a la caída de regímenes políticos y poner en riesgo la estabilidad de toda una zona? “El cambio climático lleva a la gente al límite y pasa rápidamente de ser un problema económico local a ser un problema político local y entonces se convierte en un problema de seguridad global”, sostiene el vicepresidente de Oxfam en “Realidades Extremas”. Esta es la nueva normalidad. La realidad actual es un planeta, asediado por más catástrofes climáticas extremas, de las registradas hasta ahora en los últimos cien años. Y este cambio climático se ha convertido en uno de los principales problemas de la política exterior del siglo XXI.