Entramos de la mano de 'Encarcelados', de La Sexta, dentro de los muros por excelencia, los de las cárceles, para ponernos en la piel de algunos de los españoles que en prisiones latinoamericanas malviven penando por errores de su pasado, la inmensa mayoría por tráfico de drogas. Estremece conocer las historias de algunas de estas personas y las infames condiciones en las que pudren sus espíritus durante años. Bienvenidos sean estos programas periodísticos por hacernos conocer (y denunciar) otras realidades mucho más chungas que las nuestras o aunque sólo fuera por el alivio, apenas por unas horas, de que puedan volver sentir la conexión con su propio país y de que se conozcan sus existencias miserables.
"Muchos españoles que han hecho de 'mulas' querían evitar un desahucio"
El periodista ha recorrido junto a Alejandra Andrade en 'Encarcelados' algunas de las prisiones más miserables de América Latina
La Vanguardia - Lorena Ferro Barcelona 09/10/2013
Pocos (seguramente nadie) pueden creer que vivir en la cárcel sea algo agradable. Pero hay prisiones que son auténticos infiernos, cárceles en las que hay que pagar para poder comer un plato de arroz o para dormir en el suelo de un pasillo. Lugares en los que existe el derecho de vida. A algunas de estas prisiones se han desplazado el reportero Jalis de la Serna (Madrid, 1974) y la también la periodista Alejandra Andrade para registrar Encarcelados (La Sexta). Tres meses de grabación en siete países de Latinoamérica visitando 37 cárceles para entrevistar a más de un centenar de españoles que llevan años recluidos allí en la mayoría de casos por portar droga. El programa ha enganchado a la audiencia y ha movilizado a parte de la sociedad ya que tras la emisión del caso de Lola, que hizo de mula para salvar su casa y que llevaba cinco años encerrada en una cárcel boliviana con cáncer terminal, sin recibir tratamiento y viviendo en condiciones de miseria, una campaña ciudadana recogió firmas para su indulto y ya ha podido regresar a España. Charlamos con De la Serna sobre este y otros temas.
- ¿Conocía el ámbito penitenciario antes de Encarcelados?
No. He hecho muchos reportajes con la policía y he estado en zonas de detención y en calabozos grabando, pero nunca había estado en el interior de una prisión.
- ¿Es el más duro que ha hecho?
Sin duda. Nunca había visto la violación de derechos humanos que he visto con Encarcelados… Se te queda mal cuerpo.
- ¿Cuál es la finalidad del programa?
Detectamos un fenómeno social: en los últimos cuatro años se ha incrementado un 30% el número de españoles que son detenidos en Latinoamérica portando droga, las llamadas mulas. Queríamos saber por qué sucede esto y si es fruto de la crisis económica. Hemos encontrado mucha gente a la que han ofrecido 10.000 euros y para evitar el desahucio, han caído. Luego hemos obtenido cosas que nos han sorprendido y otras que nos enorgullecen, como el caso de Lola.
-…
Tenemos muy claro que es un programa de denuncia en el que queremos que todo el mundo vea con todo el realismo y sin ningún artificio en qué condiciones están viviendo los españoles. Y creemos que, por un lado las autoridades de los países en los que están los españoles y, por otro, las autoridades españolas deberían hacer algo para mejorar las condiciones de vida de los españoles presos.
- ¿Conocían de antemano cómo se vivía en esas cárceles o ha sido sorpresa?
Cuando empiezas a documentarte, ya te quedas sorprendido. Pero cuando llegas a la cárcel y ves en qué condiciones están, se te cae el alma a los pies.
- ¿Y las historias de los presos que iban a grabar?
Con Lola no teníamos ni idea de sus circunstancias. Sabíamos que había ocho españolas en el pabellón de mujeres de Palmasola (Bolivia) y avisamos del día en que llegábamos y que todas las que quisieran contarnos su historia tenían la oportunidad de hablar. Recorrimos el penal y Lola al final nos soltó que tenía cáncer de mama… Te quedas con ganas de hacer algo porque piensas “¡Qué barbaridad lo que me acaba de contar esta persona!” Luego hemos tenido la suerte que ha tenido consecuencias positivas. A lo largo de mi trayectoria profesional he hecho muchos reportajes que han reflejado situaciones de déficit social y nadie ha hecho absolutamente nada.
- Ha habido respuesta para Lola, pero ¿ha cambiado algo para el resto?
En República Dominicana dos presos han sido trasladados a cárceles en mejores condiciones. En Bolivia, el consulado ha visitado Palmasola y se ha preocupado que las españolas no sufran represalias por haber salido en el reportaje. Creemos que de alguna manera sí que se deben estar poniendo algo las pilas desde las instituciones. Si con estos reportajes se pone interés para mejorar las condiciones de vida de los españoles, para nosotros el programa tiene todo el sentido del mundo. Ha sido un rodaje duro, pero creemos que el programa tiene calidad periodística.
- ¿Cómo consiguieron que les dejaran entrar en las cárceles?
Hemos contado con dos productoras excelentes, Marcela Morales y Elena Pérez, que han hecho un trabajo ímprobo contactando primero con instituciones benéficas, que muchas veces son los primeros que entran en la prisión para decir lo que queríamos hacer. Hemos dicho que queríamos hablar con los españoles y hemos conseguido los permisos. Y, ya que estábamos dentro, nos interesaba mucho todo el entorno.
- ¿Las cárceles sabían lo que iban a hacer?
Quizás pensaron que nos íbamos a ceñir a grabar a los españoles, pero hemos visto situaciones tan denunciables que no nos podíamos quedar indiferentes. Es imposible no mostrarlo, porque si te pones a grabar a los españoles y haciéndolo te das cuenta que están oprimidos o que la regencia de la cárcel permite que un grupo de presos de una manera mafiosa se hagan con el poder del penal extorsionando a todos los españoles… Y los presos del país en algunas ocasiones están en patios rodeados de basuras, hacinados, sin sanitarios, con un solo acceso al agua para 1.800 personas…
- Los orígenes de los presos son dispares pero todos acaban haciendo de mulas…
Esto nos ha sorprendido. Cuando alguien se plantea quién está en la cárcel en Latinoamérica por transportar droga parece que siempre son, como se suele decir, carne de cañón; gente que en España ya estaba en un entorno de consumo, que tienen compañías que se dedican a traficar… Pero hoy en día las mafias de captación de mulas seleccionan a la gente más normal e insospechada para llevar droga. Puedes encontrar a una cocinera de Bilbao, a un empresario de Barcelona o a un albañil de Reus. Hay gente de todas las procedencias y profesiones… podrían ser tu vecino o algún familiar.
- ¿Cuál es la sensación dentro de prisión?
Percibes que los españoles viven muy mal y con mucho miedo porque les extorsionan e incluso torturan. Y muchos otros viven en unas condiciones de vida de violencia ambiental extrema, tienen una alimentación muy deficiente o ni siquiera la tienen. O duermen en el suelo… En el reportaje de Colombia salían personas que han perdido 30 kilos en cinco meses por lo precario de la alimentación.
- El programa evidencia la inhumanidad en la que se vive en las cárceles pero también la dejación política ¿Quién se tiene que sentir aludido con los reportajes?
No quiero valorar personalmente la labor de los consulados y embajadas porque tal vez no es una tarea fácil. Pero lo que sí puedo decir es que todos los españoles con los que hemos hablado se sienten desamparados por parte de los consulados y embajadas. Una cosa es haber cometido un error y un delito, que es transportar droga, pero no creo que sea justo que se esté violando los derechos humanos.
- Es triste que suceda solo cuando una cámara muestra lo que está sucediendo…
Sí. La sensación que hemos tenido, por ejemplo en Colombia, es que los españoles se sienten abandonados.
- Viendo como viven allí, es casi un privilegio estar en una cárcel española…
De los españoles que hemos entrevistado hay amas de casa o empresarios pero también había gente que ya había estado encarcelada en España. Y ellos nos han dicho que estar en una cárcel española es como estar en un hotel de cinco estrellas: tienen una celda para cada dos personas, instalaciones deportivas, piscina… Cosas con las que es imposible ni soñar en las cárceles que estamos revisando.
- ¿Qué es lo que más le ha sorprendido de todo lo que se han encontrado?
En El Salvador, las mujeres embarazadas salen de la cárcel para dar a luz y, si todo va bien, a las 24 horas el bebé tiene que ingresar en prisión con ella. Te quedas impactado de ver como están viviendo algunos presos en países como Colombia. Y lo férreas que son algunas cárceles en Brasil, que han adoptado el sistema americano: los presos van encadenados las 24 horas del día con un mono naranja y con grilletes.
- ¿Qué cárcel le ha impactado más?
No sabría quedarme solo con una. Comprobar cómo se asume un régimen penitenciario que es absolutamente despiadado con los presos… En Bolivia impacta comprobar como los guardias ni siquiera entran en la cárcel y el poder lo tienen los presos.
- ¿Qué lección ha sacado?
Además de la historia de Lola, otro de los aprendizajes positivos es que todos los españoles que hemos grabado al final de la entrevista piden hablar a la cámara y dicen “Si te ofrecen venir a por droga y te lo ponen muy fácil, no lo hagas. Vivir aquí es lo peor que te va a pasar en la vida”. Y creo que ahora mucha más gente se lo va a pensar.
- El formato de Encarcelados está recibiendo muchos halagos ¿El periodismo de hoy a veces se queda en lo superficial?
Tenemos claro que queremos mantenernos alejados de cualquier tipo de sensacionalismo, pero no es lo mismo grabar un reportaje en un mercado que en una cárcel: los testimonios en el último caso son tan potentes que es simplemente llegar y querer reflejar su historia, dejarles que cuenten en qué condiciones viven ahí, cómo sufren las consecuencias de hacer un porte de droga y acaban en cárceles que son auténticos infiernos… Tener la posibilidad de hacer reportajes en cárceles es lo que nos ha permitido hacer un periodismo de calidad. Pero no quiero erigirme como ejemplo para nadie y el programa tampoco. Alejandra y yo somos dos personas con inquietudes sociales porque creemos que el periodismo debe servir para mejorar la sociedad.
- ¿En Callejeros se creó un estilo que ha tenido continuidad con Encarcelados?
Es un formato de reporterismo… La manera más directa de hacer reportajes que se lleva haciendo hace unos años en España y que consiste en llegar con una cámara y preguntar de primera mano a las personas… En este caso creo que es una evolución positiva porque con un guión vas haciendo de hilo conductor para reforzar situaciones que tal vez no quedan suficientemente marcadas en un testimonio. Son situaciones muy denunciables sobre las que hay que llamar la atención para que quede claro hasta qué punto esa persona está viviendo una situación difícil.
- ¿Cómo consiguen que la gente se abra tanto?
No hay mejor forma de entrevistar que dialogar. Me interesa lo que le está pasando a esa persona, en qué condiciones vive o qué cree que se puede hacer para ayudarle.
- Y ¿Cómo se siente uno cuando se cierra la verja sabiendo en qué condiciones queda la gente que vive allí dentro?
Marcado y con cierta inquietud e impotencia porque los que se quedan lo están pasando muy mal y no puedes hacer mucho más que mostrarlo porque a quién corresponde tomar medidas para que esto no sea así es a los políticos o a las instituciones.
- ¿Qué proyectos tiene a la vista?
Seguiremos haciendo reporterismo social. Y lo que tendremos que acabar de perfilar es por dónde vamos a continuar… Ahora mismo se complican mucho las gestiones para seguir accediendo al interior de los penales, pero seguiremos denunciando situaciones y esperando que tengan mejoría.
Programa 1 Bolivia 'San Pedro', 'San Sebastián' y 'San Antonio'
Programa 2 Santo Domingo
Programa 3 Bolivia 'Palmasola'
Programa 4 Perú 'Ancón II'
Programa 5 Colombia