lunes, 24 de febrero de 2020

Memoria (30) La destrucción de la memoria


"Parte de la guerra y el conflicto siempre ha sido el daño colateral. Muchos edificios han caído al estar en camino de los objetivos militares, pero, [...] en esta guerra, los edificios no se destruyen porque obstaculizan un objetivo. Los edificios son el objetivo". Cómo explica elocuentemente el narrador de The Destruction of Memory, la destrucción de la cultura de los edificios, libros, y con frecuencia, el arte, es una consecuencia accidental de la guerra. Como podemos ver por las acciones de ISIS en Irak y Siria hoy, la destrucción de bienes culturales es parte de una estrategia consciente para atacar y destruir la memoria colectiva, la historia y la identidad de un pueblo. "Una de las maneras de deshacerse de la historia es removiendo todas las huellas físicas de la historia", explica en la cinta Daniel Libeskind, arquitecto del Museo Judío de Berlín. "Hacer creer que nunca nada pasó ahí".

La guerra contra la cultura ha ido creciendo de forma constante en el último siglo. En los albores del siglo XX, las herramientas de guerra y su poder destructivo comenzaron a acelerar su ritmo de crecimiento. La capacidad para destruir un monumento, un edificio o una ciudad aumentó, haciéndolo más fácil. ¿Cómo podemos detener su paso y salvar la historia que configura nuestra identidad? Los ataques intencionados contra bienes culturales de los países en guerra son constantes. En Siria e Irak, la cuna de la civilización, milenios de cultura han sido destruidos por grupos terroristas como el tristemente célebre DAESH o ISIS. Ciudades como Homs, Palmira o Alepo han sido reducidas a paisajes apocalípticos.

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