miércoles, 28 de enero de 2009

Extinción (2) El último pastor

Hace tiempo escuché en televisión que llevando décadas sin aparecer los rebaños de ovejas por Madrid, cuando lo hicieron, allá por 1994 (año en que se inauguró la Fiesta de la Trashumancia) vivían en esta ciudad que a todos acoge algunos antiguos pastores que tiempo atrás habían tenido que dejar el campo y el pastoreo para venir a la ciudad a ganarse la vida en otros trabajos supuestamente mejor pagados y agradecidos.

Y que al verlas pasar por el centro de Madrid, un pasado más atávico, más pobre pero también más feliz se les echó encima y pidieron poder pastorearlas ellos por las calles de la ciudad y lloraron nostalgias ovinas, nostalgias de perros fieles y eficientes, de cielos abiertos y noches silenciosas, de queso y pan en el zurrón.

Así pues desde aquí un recuerdo para esta raza de hombres sencillos y austeros, apasionados de la Naturaleza y desdeñosos de lo urbano y de "los nuevos pastores con ordenador que no saben nada" y cuya hosca figura siempre llamó mi atención y mi curiosidad en los campos mesetarios de mi infancia.

Lean la impagable entrevista que hacen, en una sección ya clásica en este blog, La Contra del periódico catalán La Vanguardia, a uno de estos hombres irrepetibles a un paso de una extinción anunciada. No tiene desperdicio, créanme.


"Cada día salgo con las ovejas, cada día es fiesta"

Salgo cada día al campo con ellas. De once de la mañana a cinco de la tarde. Cada día del año. Si no lo hiciese, me moriría.
Víctor-M. Amela

Joan "Pipa", pastor de ovejas. Tengo 71 años y estoy fuerte. Nací en Vallfogona del Ripollès (Pirineo) y hoy vivo cerca de Banyoles. Soy pastor desde muy niño. Estoy casado y tenemos una hija, Teresa. ¿Política? Un gobierno que lo haga bien. Creo en Dios... y a veces me cago en Él. Fumo siempre en pipa.

¿Cuántas ovejas nos siguen?

Aquí hay 984 ovejas.
¿Todas suyas?
Algunas sí. Otras de diversos amos. Yo me encargo de todas. Son mi vida.
¿En qué sentido?




Salgo cada día al campo con ellas. De once de la mañana a cinco de la tarde. Cada día del año. Si no lo hiciese, me moriría.



¿Nunca se toma fiesta?

Por esta pendiente baja rapidito. ¡Corre!



¿Qué pasa?

Si te arrolla una oveja y caes al suelo, vas listo: te pasará el rebaño entero por encima. Quedarás bien machacado.



¡Ueeh, voy!


Ala, ya estamos. Ah, mira qué prado. ¡Eh, Rumbooooo!



Rumbo ¿es el perro?

Sí, es bueno. Sale un perro bueno de cada cinco. Aquí tienen buena hierba para rato.



Le preguntaba si hacía usted fiesta.

¿Fiesta? Si no sales un día, se te descontrola el rebaño. No he hecho dos días de fiesta en toda mi vida. ¡Pero cada día es fiesta para mí, porque salgo al campo con las ovejas!



¿Tanto le gusta esto?

Si me siento enfermo no me quedo en casa: empeoraría. Salgo con las ovejas, y me curo.



Hace usted lo que quiere.


¡Lo que debo! Lo que toca. Y con ganas.



¿Y así es usted feliz?


Sí, aunque ya no es como antes. Antes éramos muchos, nos juntábamos, charlábamos, hacíamos partidas de cartas por la noche... Si teníamos hambre, matábamos un cabrito, y nos lo comíamos. ¡Era cojonudo!



¿Van quedando pocos pastores?


Pastores de verdad, pocos. Hay esos pastores jóvenes con ordenador, que no saben nada… Es por culpa del gobierno, que no entiende nada de esta materia. Te piden cada día más papeleo, te ponen más pegas, le meten un chip en la barriga a cada oveja…



¿Para qué?


Para controlar. Algunas ovejas se mueren, les sienta mal el chip. Un desastre. Y muchos caminos están ya casi perdidos, o están vallados, la montaña se llena de alambres...



¿Qué alambres?


Vallados para vacas. ¡La naturaleza hizo la montaña para las ovejas, no para las vacas! Las vacas destruyen la montaña. Yo mataría a todas las vacas.



¿Sí?


El abono de oveja alimenta el suelo de la montaña, hace salir buena hierba. La mierda y el orín de las vacas sólo cría espinas y mala hierba.



¿Siempre ha sido usted pastor?


Desde que nací ando entre ovejas. ¡A los ocho años esquilaba como el mejor! Durante 44 veranos seguidos he trashumado: en primavera desde los llanos del Empordà hasta el Pirineo, y en otoño de vuelta.



¿Con quién aprendió a ser pastor?


Con mi tío, padrino mío. ¡Él sí era pastor! Murió a los 102 años, junto a sus ovejas. Cuando agonizaba en el corral, lo acostaron en una cama. No había dormido nunca en cama, ni comido en una mesa, ni cubierto a una mujer... ¡Era muy fuerte, mi tío!



¿Y usted?


Bastante. No estoy nunca enfermo. No bebo alcohol, pero fumo en pipa desde niño, con tabaco de farias. Por eso me llaman Pipa.




De no haber sido pastor, ¿qué hubiese querido ser?


Matarife. Se me daría bien matar vacas.



¿No se ha cansado de la montaña?


¡No! Alguna vez que he ido a la ciudad me he puesto malo. En la montaña no hay peligros: ¿una zorra, un jabalí? Salen huyendo. En la ciudad sí pueden hacerte daño.



¿No le ha pasado nada malo ahí arriba?

Una vez me cayó un rayo en la cabeza. No me pasó nada, pero mató a seis ovejas.



¿Usted sabe el tiempo que va hacer?


Las ovejas me lo dicen. Por su conducta sé si habrá sol, viento o tormenta.



¿Ha viajado alguna vez lejos de aquí?


A Talavera de la Reina, cuando tenía 11 años, con mi tío. Fuimos juntos a comprar un rebaño. Fuimos en tren, y nos volvimos a pie, con las ovejas. Caminamos durante cinco semanas fantásticas...



¿No iría a París, a Londres..?


Si ahora me dices: "Pipa, vamos a París a remover ovejas", yo voy. Si no, no. Sí repetiría lo de Talavera... Ahora estoy triste: no voy a hacer más la trashumancia.



¿Por qué no?


Mi mujer y mi hija me dicen que ya estoy mayor. Tienen razón. Yo sueño con subir a la montaña, dormir al aire libre, bajo un toldo, vivir con las ovejas... Pero no sale a cuenta. Y cada año encuentro más trabas. Y me siento solo, todos van ahora en camiones...



¿Cuál sería su sueño dorado?


¿Mi sueño? Una masía perdida en medio de un bosque, con mujeres y comida. Y ya está. Sin que me encontrase ni Hacienda ni nadie, y yo ahí tirado. ¿Buen sueño, eh?



¿Le tiene un cariño especial a alguna de las ovejas?


Siempre hay alguna, como esa de ahí, la Mora,la que lleva el cencerro, por su docilidad. O mira esa, ¡qué ovejaza guapa..! Yo las distingo a todas, e incluso por su voz. Pero, a este paso, la cabaña catalana está acabada.



¿Por qué?


Por culpa de las leyes, los ministros ignorantes que subvencionan a quienes no aman la tierra, las vallas en la montaña, las vacas... ¡Que nos escuchen a los pastores viejos! A este paso, despídete de comer buen cordero. Aprende a comer plástico.
El Somni
Salimos con las ovejas. Al trote, Rumbo mantiene el ídem del rebaño: si alguna oveja se descarría, la devuelve al grupo de un mordisco. Desembocamos en un prado con fresca hierba y panorámico horizonte sobre los Pirineos nevados. Sentados en la hierba, Pipa desgrana el nombre de cada pico como si fuesen sucesivas novias, en su viejo catalán del Ripollès. Achinando la mirada avispada me hace una declaración de principios: dice que a la naturaleza "no hay quien la gire" y que él es naturaleza. El cineasta Christophe Farnarier ha grabado su última trashumancia en el documental El Somni (mañana en la Filmoteca). Las ovejas se dan el festín: dejan el campo bien podado.

Enlaces relacionados:Vocabulario Fundamental. Extinción (I) El último tilacino

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