En esta quinta entrada sobre la memoria volvemos a su concepción fisiológica al ocuparnos de los casos de Henry Molaison y Clive Wearing, dos hombres que a lo largo de sus vidas sufrieron, por causas distintas, la pérdida del hipocampo, órgano cerebral esencial para la consolidación de los recuerdos a largo plazo en nuestro cerebro. A través de estos dos casos comprobaremos cómo la pérdida de la memoria trae consigo no sólo el caos y la angustia a la vida del paciente sino también su casi completa destrucción como individuo al entrar súbitamente él y quienes le rodean a vivir en un mundo en el que el tiempo deja de existir.
Primera parte. La ruta de la memoria
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Nuestro neurocientífico del MIT Miquel Bosch nos brinda un excelentísimo repaso de las investigaciones realizadas con el inolvidable amnésico H.M, y explica dónde vuestro cerebro está grabando esta lectura, a qué región la trasladará dentro de unas horas, y en qué otras neuronas terminará alojada sólo en el caso de haberos gustado.
La ruta de la memoria, por Miquel Bosch
Henry G. Molaison murió el pasado 2 de diciembre de 2008 a la edad de 82 años. No exagero en absoluto si digo que ha sido el paciente más famoso de la historia de la neurología. Era mundialmente conocido por todos los investigadores, médicos y estudiantes de neurociencias, no por su nombre real, que permanecía en secreto, sino por las iniciales H.M. El “accidentado” intento de curarle su epilepsia lo convirtió sin querer en el protagonista de uno de los descubrimientos más revolucionarios de la neurociencia.
Un amnésico inolvidable
Un amnésico inolvidable
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Suzanne Corkin, profesora del MIT, es una de las personas que mejor conocía a H.M. Fue el objeto de su tesis doctoral y estuvo 46 años entrevistándolo continuamente. No obstante, tenía que presentarse a H.M. cada vez que lo visitaba. Para H.M. el mundo paró de girar en 1953. Su tiempo se congeló el día de su operación. Aunque leía cada día los periódicos y veía la televisión, no sabía quienes eran los Bush, ni los Clinton. Su presidente seguía siendo Eisenhower.
H.M. nos enseñó, muy a su pesar, que el hipocampo es esencial para consolidar los recuerdos a largo plazo. La memoria sigue siendo, a día de hoy, un misterio con innumerables cabos sueltos, pero desde H.M. sabemos varias cosas con certeza: 1) La memoria es un fenómeno independiente de otras capacidades mentales, como la consciencia o la percepción sensorial. 2) Hay muchas clases de memoria, por ejemplo, la de corto y la de largo plazo (hay más). 3) Cada una se almacena en lugares diferentes del cerebro.
Hoy sabemos que los recuerdos viajan constantemente por el cerebro. Fluyen de una región a otra, pero siempre en la misma dirección.Todos reconoceréis este famoso cuadro de Dalí (¿Cuál es su título?). La primera vez que lo visteis, sus colores, sus formas y texturas, saltaron de vuestra retina a la corteza visual (en la nuca), y de allí se extendieron al resto de vuestra corteza donde se mantuvieron unos segundos flotando codificadas en forma de una nube de fogonazos eléctricos.En los siguientes minutos toda esa información, aún frágil y volátil, inundó el hipocampo, donde empezó el proceso de “grabación en soporte físico”, es decir, la modificación de las conexiones neuronales. Sin hipocampo, la nube eléctrica no tiene lugar donde reposar y se disipa como el humo de un cigarrillo a la menor distracción. Pero ahí no acaba la travesía de la memoria. En los siguientes días, y sin que os dierais cuenta, el cuadro de Dalí fue poco a poco viajando de vuelta a la corteza cerebral, pero esta vez alterando los circuitos neuronales para almacenarse de forma indefinida. Se sospecha que esta transferencia final del hipocampo a la corteza tiene lugar mientras dormimos (esto dará para otro post)Durante años se pensó que H.M. era incapaz de consolidar nuevos recuerdos, pero en 1962 un nuevo experimento volvió a sacudir a la comunidad neurocientífica. Leer resto del artículo
Segunda parte. El hombre con siete segundos de memoria
"Estar inconsciente no es agradable. Puedes imaginarte lo que es tener una sola noche en veinte años? Sin sueños. Como la muerte, así ha sido. Sin diferencia entre la noche y el día, sin pensamientos. En ese sentido ha sido completamente indoloro. Algo que no es deseable, porque es precisamente como la muerte. Si no tienes sensaciones de dolor no te funciona ninguna otra sensación tampoco. No recuerdo haberme sentado en esta silla por ejemplo, ese movimiento ha sido completamente desconocido y nunca he visto a un ser humano desde que...esta es la primera fotografía que veo de nadie. Es uno de mis hijos pero no recuerdo su nombre, se me ha ido. La última que le conocí estaba en el colegio, han pasado todos esos años..."
Para ilustrar mejor el extrañamiento perpetuo de la vida sin memoria, les ofrecemos, (subido, claro, por Bizzentte) el documental "El hombre con siete segundos de memoria" que narra la historia de otro caso mítico para la neurociencia, Clive Wearing, conocido músico y director de orquesta en Gran Bretaña quien, hace veinte años, fue afectado por un virus que le destruyó el hipocampo. El documental nos presenta sus asombros continuos pero también la angustia que le produce su situación y el vuelco que su enfermedad dio a su vida pero también a la de su esposa e hijos, al comprobar estos cómo su marido o padre quedaba reducido a sólo una sombra de lo que un día fue.
Enlaces relacionados:
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Vocabulario Fundamental. Memoria (I) Somos lo que recordamos