Ya hace algunas entradas publicábamos el artículo del blog literario de El País Papeles perdidos sobre algunos de los inolvidables veranos que nos ha dado la creación literaria, así que hoy, en pleno ferragosto, incorporamos a nuestro blog el texto de Carlos Boyero publicado en El País de las Tentaciones, en el que uno de nuestros críticos de cine de referencia nos pasea por algunas películas enmarcadas por estíos que aprietan su mano sobre los protagonistas de sus historias, calentando sus líbidos y alborotando sus meninges. Acompañamos con una de las películas que Boyero comenta, Fuego en el cuerpo (Body heat - Lawrence Kasdan, 1981).
Cosas que ocurren en verano
Carlos Boyero / 15.07.2011
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Y te preguntas por la dificultad del cine para coordinar todos los mecanismos que hacen que la película respire, que el espectador se crea y viva lo que le están contando, que perciba el calor o el frío que sienten los personajes, que el ambiente le empape. Me planteo esas cosas tan peregrinas buscando la sombra cuando recorro agobiado las calles o el insano y permanente refugio del aire acondicionado en el horno que supone mi casa en el interminable verano de Madrid. Y pienso en historias del cine que forzosamente tenían que desarrollarse en esa estación que los niños anhelan y los viejos temen.
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Ava también pasa mogollón de calor en Mogambo persiguiendo el amor del despistado Clark Gable, tontito él por la insustancial Grace Kelly. Marilyn Monroe, la sensual vecina e inatrapable chica de la luna para un Rodríguez neoyorquino, decide que un respiradero del metro puede aliviar el calor de su entrepierna en La tentación vive arriba. El accidentado e impúdico James Stewart de La ventana indiscreta pasa los días y las noches observando la intimidad de sus vecinos con unos prismáticos, porque además de aburrirse hace un calor notable que disminuyen las ventanas abiertas. El macizo y supuesto triunfador Burt Lancaster recorre en bañador las piscinas de sus vecinos topándose con una desolación progresiva en El nadador. Quiero pensar que la luz de gran parte de las películas de Woody Allen ambientadas en Manhattan responde al color del verano.
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Fuego en el cuerpo (1981)
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