Tras sedar al animal, los responsables del centro sacaron del agua al lobo que, dado a su estado crítico había entrado en parada cardio-respiratoria. El lobo fue reanimado mediante un masaje cardíaco y la respiración boca a boca. Dada la lejanía del centro de recuperación, el lobo fue trasladado a la propiedad del policía sr. Maestrini, donde se procedió a estabilizar al animal con todos los recursos posibles.
Una vez en el Centro, Navarre fue operado y estuvo monitorizado las 24 horas del día durante dos semanas de terapia intensiva. El lobo fue trasladado a otro recinto más apropiado para su rehabilitación, que conllevaba una recuperación progresiva de sus funciones motrices. Gracias a una videocámara, el lobo estuvo controlado día y noche sin ser molestado y gracias a la ayuda de los profesionales que lo cuidaban y a sus ganas de vivir, pudo volver a caminar y mejorar favorablemente su estado de salud. Su caso atrajo la atención de muchas personas y organizaciones, que trabajaron duramente para que Navarre pudiera ser devuelto a la libertad. Fue trasladado en abril a un gran cercado con vegetación natural, donde pudo recobrar agilidad y sensaciones. Desgraciadamente, en mayo cuando se estaba aproximando el momento de poder volver a reintegrarlo a la vida en la Naturaleza, Navarre sufrió un empeoramiento súbito y ya no pudo ser reanimado. La repentina muerte de Navarre conmocionó a una buena parte de la sociedad italiana que había empatizado con la historia de coraje y compasión surgida entre un animal salvaje y un grupo de humanos en un gélido bosque italiano.
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