De la Quadra-Salcedo: El reportero que quisimos ser
Fue atleta, especialista en las pruebas de lanzamiento y varias veces campeón de España.
Ingresó en TVE en 1964 y en los 70 comenzó a realizar documentales de historia y aventura
Su primer trabajo como reportero le llevó al Congo donde estuvo a punto de perder la vida por rodar en lugares donde no se permitía
Puso en marcha “Ruta BBVA” (antes llamado “Aventura 92” y “Ruta Quetzal”) que realiza este año su 30 expedición
Juantxo Vidal 25.05.2015
Les llamamos “MAESTROS”. Personas que tienen la capacidad, el don, de establecer pautas orientativas. Modelos a seguir. Faros. Él es uno de ellos.
Miguel de la Quadra Salcedo es un personaje poliédrico, ha hecho casi de todo, y en todo lo que ha hecho ha brillado. Pero los que nos dedicamos al periodismo en televisión desde hace ya alguno años, apreciamos sobre todo su faceta de reportero. En eso fue, con toda seguridad, MAESTRO destacado.
A mediados de los 60 el gran reportaje de actualidad era un género nuevo en España. Todo estaba por hacer. Y entonces llegó De la Quadra para sentar -junto a otro ramillete de pioneros (Meneses, Leguinetxe, Alcalá, De Giles…)- las bases de una forma distinta de contar las cosas, palpando los hechos, llegando al centro del huracán y poniendo el micrófono en el corazón del acontecimiento. No fue sólo la novedad lo que nos atrajo. Aún hoy, sus reportajes transmiten la emoción del momento, aún son manifiestos de periodismo puro, de puro compromiso con la verdad. No es de extrañar que nos cautivaran y que las facultades de periodismo se llenaran de aspirantes a Miguel de la Quadra Salcedo.
Un atleta en el Amazonas
Exhibe orgulloso su linaje vizcaíno, de las Encartaciones, y su infancia navarra, entre hayedos, fronteras y leyendas. Había nacido en Madrid, y a la capital regresó -mozo joven de buena planta- para estudiar perito agrícola. Fue en sus días de estudiante en la capital cuando el joven Miguel se hizo atleta. Alcanzó rápida notoriedad -y alguna que otra portada en la prensa deportiva- en las pruebas de lanzamiento, sobre todo en disco. Fue 9 veces campeón de España en distintas especialidades, con varias plusmarcas nacionales.
Pero si algo le acercó al Olimpo, a la élite, fue la jabalina, la jabalina lanzada al estilo Eráuskin, partiendo desde la espalda a la altura de la cintura, como se lanzaba la barra usada por los antiguos ferrones vascos. El NODO bautizó esa modalidad de lanzamiento como “estilo español”, por algo era el NODO. Sea como fuere la jabalina así lanzada por Miguel superó en mucho el record mundial, sobrepasó los 112 metros (aún supera a la actual marca en más de 13 metros). La Federación Internacional no homologó el nuevo record alegando que “estilo español” era peligroso para el público y se vio obligada a modificar el reglamento: la jabalina debe lanzarse sobre el hombro del atleta y sin rotar en su vuelo. Se quedó Miguel sin su record, pero consiguió atraer la atención del atletismo mundial y, de paso, participar en varias demostraciones.
En 1960 el atleta fue olímpico, sin suerte, en Roma. Viajó después a Chile para participar en los Juegos Iberoamericanos. Allí se alistó en la aventura. No regresó con el equipo. Tomó un barco rumbo a la Isla de Pascua, a los 3 meses regresó al continente en un ballenero de la flota de Iquique. Durante un tiempo se hizo arponero, con el dinero ganado se compró una pequeña cámara de cine y se fue al Amazonas. Es su segundo hogar. Buena parte de sus mejores recuerdos tienen como escenario el universo amazónico. Desde aquella primera vez no ha dejado de regresar.
Su destreza con la jabalina le sirvió apara ganarse la confianza y el aprecio de los indígenas, de los huitotos, de los ticunas… El primer viaje se alargó casi 4 años; viviendo de un lado a otro de la selva, dando rienda suelta a su curiosidad ilimitada, ganándose la vida como buscador de pepitas de oro, o como etnólogo a sueldo de la administración colombiana. Días intensos; un ensayo de lo que estaba por llegar.
El reportero que sobrevivió al Congo
Uno de aquellos días de selva se cruzó con una enorme anaconda. Puso su cámara a rodar. El encuentro, hecho secuencia en celuloide, le abrió puertas. De regreso a Madrid se presentó en TVE, en el Paseo de la Habana, reclamó la atención de algún jefe y mostró su lucha con la gran boa. Entonces la casualidad jugó a su favor.
La proyección de la escena de la serpiente amazónica coincidió con una alerta en los teletipos: cuatro monjas dominicas españolas asesinadas en la guerra interna desatada en el Congo. Miguel no dejó pasar la ocasión. Era noviembre de 1.964 y comenzaba a tomar forma un nuevo género informativo en la aún incipiente televisión pública: el gran reportaje de actualidad. “A toda plana” fue el programa que cobijó el trabajo de aquellos pioneros.
En el Congo todo era violencia. Un sangriento conflicto interno observado con interesado interés por las potencias que llenaron de mercenarios la zona. Miguel se las apañó para llegar al ojo del huracán, a Stenleyville, la capital del terror, el lugar al que habían prohibido acceder a los medios de comunicación. Encontró las calles llenas de cadáveres mutilados, de torturados moribundos….Llegó a la misión de la Dominicas y recogió los enseres personales de las monjas asesinadas, sus hábitos ensangrentados y el sagrario que aún estaba en la capilla. Fue sorprendido filmando el infierno y lo apresaron. Lo siguiente era un tiro. Tuvo suerte; había hecho amistad con unos soldados cubanos que lo rescataron de prisión en un Jeep armado. Regresó a Madrid sin gran parte del material rodado, con el sagrario de la misión dominica, con los enseres de las religiosas asesinadas, y con vida. Días después se acercó a la sede de la Congregación de las Dominicas para entregarles lo rescatado.
Tras el Congo llegaron más. Fueron años de actividad frenética; allá donde la historia se agitaba había un equipo de TVE rodando para programas que forman parte ya de la mitología catódica:
“A toda plana”, “Datos para un informe”, “Los reporteros”… Apenas paraban en casa. Miguel pasó diez años viajando de un lado a otro del planeta. Firmó en ese tiempo numerosos reportajes que hoy constituyen un extraordinario testimonio de aquella época. Imposible reseñar todos, pero en una lista de imprescindibles no faltarían estos:
La muerte del “Ché” (1967) – Refleja los días posteriores a la muerte del “Che” Guevara en Bolivia, con las numerosas contradicciones que ya abrían dudas sobre la verdad oficial. Aparecen declaraciones exclusivas de Roberto Guevara, el hermano del “Che” al que se impidió reconocer el cadáver.
Biafra (1970) – El ejército de Nigeria pone fin a 3 años de independencia de Biafra. El equipo de TVE fue el primero que accedió a la zona. Encontró un escenario de caos y destrucción, y una hambruna de extraordinarias proporciones.
El peor tifón. Pakistán Oriental (1970) – Muestra la tragedia causada por el paso del tifón más mortal de la historia el 13 de noviembre de 1970. Dejó más de medio millón de muertos en Pakistán Oriental (actual Bangladesh).
Vitnam (1972) – Durante dos semanas Miguel de la Quadra y el cámara Juan Verdugo vivieron la guerra en primera línea, incrustados en un comando del Ejército de EE.UU. en la selva vietnamita.
Llegó Perón (1972) – Perón regresa a Argentina tras 17 años de exilio, después de ser derrocado por un golpe militar. Su figura genera reacciones encontradas y muy enconadas. En dos ocasiones Perón respondió en exclusiva a las preguntas de Miguel.
Caos en Managua (1972) – El equipo de TVE se trasladó con urgencia a Managua tras el violento terremoto que destruyó en centro de la capital nicaragüense. Encontró una situación de auténtico caos, con el ejército incapaz de controlar el pillaje y de encauzar la ayuda. El reportaje muestra al dictador Somoza asumiendo la tragedia con una insultante tranquilidad.
La guerra interminable. Yom Kippur (1973) – En diversas ocasiones Miguel de la Quadra se ha desplazo a Oriente Próximo para cubrir diferentes episodios del largo enfrentamiento árabe-israelí. En la que se denominó guerra del Yom Kippur, TVE envió un equipo a cada lado: Jesús González Green y el cámara Tacho de la Calle en la parte árabe y Miguel de la Quadra, con el cámara Juan Verdugo y el técnico de sonido José Luis Márquez, en la parte de Israel. El reportaje recoge escenas de gran intensidad bélica, y deja patentes los riesgos de la profesión de reportero. Un año después Miguel fue herido en un brazo por una bala rebotada cuando rodaban un entrenamiento de tropas palestinas.
China como es (1973) – Poco se parece la China actual a la que pudo reflejar con todo detalle el reportaje que Miguel rodó en 1973, cuando aún vivía Mao y el Partido Comunista ejercía el pleno control sobre el país. Le costó ocho años conseguir los permisos para realizar el reportaje.
Haile Selassie, el último emperador de Etiopia (1974) – Cuando Miguel colocó el micrófono a Hailes Selassie para entrevistarle se dio cuenta de que las cosas ya no eran como parecía. Él había hecho lo que a nadie estaba permitido: tocar al emperador. Todo indicaba que aquel día de agosto de 1974 el gran ras ya no era emperador, aunque oficialmente nada había trascendido. Se confirmó semanas después. Una marea de revueltas populares había propiciado el derrocamiento del emperador que dejaba un país sumido en el subdesarrollo y el hambre.
La larga marcha de los eritreos (1975) – Al año siguiente de certificar la caída de Haile Selassie, Miguel regresó a la zona para incrustarse en la guerrilla independentista de Eritrea, territorio entonces bajo dominio etíope. Fue un rodaje extenuante, penoso. Accedió con José Luis Márquez, que se estrenaba como cámara, clandestinamente por Sudán. Recorrieron más de 1.000 kilómetros con la guerrilla por el desierto del Sahel, en largas marchas nocturnas. Márquez sufrió un accidente que le fracturó una muñeca, varias costillas y le daño un ojo. Fueron para 15 días y estuvieron casi 3 meses sin posibilidad de comunicarse con sus familias. Se les dio por perdidos hasta que consiguieron abandonar la zona cruzando el mar Rojo en una barcaza de pesca. Se dejaron cada uno más de 20 kilos en el Sahel.
Miguel de la Quadra Salcedo también padeció los rigores de la censura. Hubo alguno más, pero de sus trabajos censurados dos merecen engrosar la lista de imprescindibles. El reportaje “Chile. Toque de queda” no pudo verse en España hasta 18 años después de su realización. Recoge los días inmediatamente posteriores al golpe de estado con el que Pinochet acabó con el gobierno democrático de Salvador Allende en Chile. Un documento excepcional que con una emocionante tensión narrativa muestra un país tomado por el ejército y se adentra en los escenarios de la conmoción, como el palacio presidencial tras el ataque de los sublevados, el despacho donde se suicidó Allende, las marcas de los proyectiles que acabaron con su vida, muestra también el interior del Estadio Nacional transformado en centro de detención y tortura, los remedos de juicio a que eran sometidos los detenidos, y expone las posturas de unos y otros, de Pinochet, del presidente cristiano demócrata Patricio Aylwin, de un alto cargo de la administración Allende ya clandestino… Todo en sonido directo, sin textos leídos, todo narrado con testimonios. Un reportaje que debería formar parte del material docente en las facultades de periodismo.
El verano de 1975 fue tenso. La dictadura de Franco se acercaba a su fin a medida que empeoraba la maltrecha salud del general. España había iniciado el proceso de descolonización del Sáhara Occidental, pero mantenía aún sus tropas controlando el territorio. Marruecos se preparaba para lanzar la marcha verde y anexionarse la franja del desierto reclamada por los saharauis que habían fiado sus anhelos independentistas a una formación de siglas entonces recientes: el Frente Polisario. Desde mayo de aquel año el Polisario mantenía retenidos a 13 militares españoles. Así las cosas en agosto Miguel de la Quadra, tras contactar con la organización guerrillera, viaja en secreto a los campos de refugiados saharauis en Tinduf, al sur de Argelia. Su intención era llegar hasta los militares apresados. No lo consiguió; únicamente le permitieron entrevistar a otro preso en su poder, un civil, un transportista canario que trabajaba en El Aaiún del que nada se sabía desde hacía 6 meses.
El reportaje “Frente Polisario” muestra la vida en los campos de refugiados, el adiestramiento de la guerrilla del Polisario y la acción de las patrullas en territorio del Sáhara Occidental, eludiendo los controles del ejército español. Incluye también numerosas entrevistas, entre ellas la realizada al líder histórico del Frente Polisario, El Uali Mustafá Sayed, que mostró su disposición al diálogo y al acuerdo con las autoridades españolas sobre la base del respeto mutuo --El Uali murió al año siguiente en un enfrentamiento con el ejército mauritano, tras un ataque del Polisario a la capital Nuakchot-.
Días después de regresar del Sáhara, Miguel recibió una llamada del Polisario: los militares apresados iban a ser liberados y él sería testigo privilegiado. Viajó de inmediato a Argel. El 9 de septiembre voló en el mismo avión que devolvía a los militares liberados a Madrid. Nada pudo verse en España. Sí se emitió en Francia y contribuyó notablemente al conocimiento de la causa saharaui.
A mediados de los 70 Miguel cambió de registro. Dejó el reportaje de actualidad para dedicarse de lleno a la realización de documentales históricos, basados fundamentalmente en los grandes exploradores, y programas de aventura. De esa época es “Mundo en acción” el espacio que acogió los capítulos rememorativos de los viajes de Marco Polo o de las expediciones polares de Amundsen. Siguió también la huella de los descubridores, de Orellana por el Amazonas, de Fernández de Quirós por el Pacífico… Y se dejó llevar por su espíritu aventurero para probar suerte como domador de leones –llegó a realizar una gira por varias capitales españolas con el Circo Ruso-, para encarnarse en intrépido explorador en el concurso “A la caza del tesoro”, o para participar en casi todas las ediciones del rally Camel-Trophy.
Un proyecto real, un real proyecto
Fue una propuesta del rey Juan Carlos al poco de acceder al trono. En 1992 se celebraría el quinto centenario del descubrimiento de América y habría que idear un programa que pusiera en valor la riqueza en valores y cultura de los pueblos a ambos lados del océano y los 500 años de historia común. Así nació lo que comenzó llamándose “Aventura 92”, después “Ruta Quetzal” y actualmente “Ruta BBVA”. Se inició, con periodicidad anual, a mediados de los 80. Este año parte la expedición número 30 con destino a Colombia, “el país de las esmeraldas”. 10.000 jóvenes estudiantes de más de 50 países han participado ya en esta aventura de inmersión en la cultura y en la historia.
Miguel de la Quadra Salcedo sigue preparando, con el entusiasmo que siempre le ha acompañado, cada edición de la Ruta. Él está al cabo de todos los detalles –viajes, equipamientos, actividades, visitas…- para que nada queda a la improvisación. Igual que en aquellos años de reportero, cuando él se encargaba de que nada le faltara a su equipo. Prepara ya la expedición del 2016, será a la cuna del mestizaje, al Yucatán.
De profesión, giróvago
Se define a sí mismo como un “nómada curioso”. Es un lector impenitente de El Quijote. Ha sido atleta, buscador de oro, ballenero, reportero, domador, aventurero… Pero en su pasaporte, en el apartado profesión, sólo figura: giróvago*
*(R.A.E. – giróvago (Del lat. gyrovagus): adj. Se dice del monje que, por no sujetarse a la vida regular de los anacoretas y cenobitas, vagaba de uno en otro monasterio.)