Todo el que haya viajado por carretera en coche hace treinta años sabe de qué estamos hablando, de cómo quedaban nuestros parabrisas con los impactos de decenas de insectos y cómo quedan ahora, siniestramente limpios. Pero también puede verse claramente andando por el campo, donde la cantidad y diversidad de insectos ha descendido dramáticamente aunque parezca que a casi nadie le importe.
Y eso que, así por decir cuatro cosas, polinizan las plantas, dispersan sus semillas, desintegran los residuos orgánicos incorporándolos otra vez al ciclo de los nutrientes y forman los cimientos de la cadena alimentaria que sustenta la vida del planeta en el que todos vivimos. Y una vez más la causa de este acentuado declive, ocho veces más alta que la de los mamíferos, aves y reptiles, absolutamente aberrante en términos evolutivos, la tiene el ser humano. El cambio climático, la pérdida de habitat, la adopción a gran escala en las últimas décadas de la agricultura intensiva que elimina la vegetación original para crear campos de suelo desnudo, los putos monocultivos, la contaminación y el uso masivo de pesticidas sintéticos son algunas de las causas de su extinción.
En la actualidad el 40% de especies de insectos está en claro declive y un tercio está en peligro de extinción. Huelga decir que la desaparición de esta maravillosa biodiversidad artrópoda, aunque no fuera total, generaría un catastrófico colapso de los ecosistemas naturales. Y nosotros iríamos detrás, claro.
En este reportaje de ARTE del año 2018 el realizador alemán Torsten Mehltretter indaga en las causas y las consecuencias de su desaparición de estos pequeños seres tan fascinantes como vitales.