viernes, 22 de octubre de 2010

Placer (1) Los laberintos de nuestro placer


Intro

El placer, la recompensa, es un invento diabólico, universal. Ninguna otra idea compartida por todos los seres vivos es más perfecta y unificadora que ésta. El placer, la recompensa y la evitación del daño y el dolor son el centro del universo biológico. Es una idea central metida a fuego en lo más profundo de todos los seres vivos que pueblan la tierra. Es una idea, además, puesta en marcha ya desde el origen de la vida misma. Por lo simple es diabólica porque todo ser vivo nace con el ingrediente, el motor, la energía de moverse hacia lo que le produce placer, gratitud y bienestar. La comida, la bebida, el sexo y el juego, el sueño, la evitación del calor y el frío. Todo el éxito de estas conductas se ve recompensado con el placer.
(...)

A veces la vida, en su devenir a lo largo de esos tiempos evolutivos, ha recorrido caminos como los de una novela. Novela con varios argu­mentos centrales y miles, millones, de argumentos colaterales. La his­toria biológica del placer es uno de esos argumentos centrales; es decir, está en el corazón mismo de toda la historia de la biología. El placer (o la recompensa) y también el castigo arrancan ya desde el origen mismo de lo que llamamos vida.

Es una sensación percibida ya por el más primitivo ser unicelular que habitó este planeta, hace de esto más de 3.500 millones de años. No se concibe ningún ser vivo cuya vida no gire en torno a su supervivencia tanto individuo como de la especie. Esto quiere decir comer, beber y reproducirse. Estas conductas se realizan obedeciendo claramente a una idea transformada en biología y que es común a todos, la de la recompensa y el placer. (...)

El cerebro es ese cofre que guarda celosamente en sus profundidades, desde tiempos inmemoriales, los códigos sagrados cuya lectura nos empuja, irracionalmente, a la realización de las conductas con las que se alcanzan el placer y las recompensas. Son códigos no escritos o formulados en lenguaje figurativo o abstracto, sino en conexiones neuronales, potenciales eléctricos y neurotransmisores cuyos sistemas de funcionamiento e interacción empezamos hoy a conocer. ¿Por qué una rata, un pollo o un delfín o en su caso también el propio hombre, no cejan en activar una palanca con la que estimular eléctricamente ciertas partes de su propio cerebro? ¿Es que acaso hay áreas del cerebro que activadas artificialmente producen placer? Sí, es la respuesta a estas preguntas.

Un animal aprieta una palanca para conseguir estimular mediante impulsos eléctricos su cerebro porque de esta manera activa artificialmente esos circuitos cerebrales que producen o elaboran el componente placentero, igual que lo hacen un buen plato de comida si se está hambriento o las sensaciones orgásmicas del acto sexual. Curiosamente, la recompensa obtenida por estímulo eléctrico artificial del cerebro, frente a la recompensa conseguida por refuerzos naturales, como la comida o el sexo, no tiene saciedad. El animal continúa persistentemente apretando la palanca, sin cansancio, para obtenerla. ¿Qué sucede, pues? ¿Acaso el placer que se obtiene con estos estímulos artificiales sería el que podríamos llamar placer puro? (...)

Los laberintos del placer en el cerebro humano. Francisco Mora



Primera parte. Los laberintos del placer en el cerebro humano

Comenzamos nuestra serie de entradas sobre algo que en Redacción de "Vida y Tiempos..." gusta mucho, el placer y sus aledaños, el estudio de sus formas, procedencias y resortes en nuestro cuerpo y nuestro cerebro. Por algo lo epicúreo de nuestro carácter corporativo y por algo nuestra oficina está presidida por la imagen, arriba presente, de un gran espectáculo de la Naturaleza, un rostro de mujer atravesado por el placer, cuyo autor es el gran pintor y colega de esta casa Juan Miguel Palacios (lo que además sirve para inaugurar una nueva etiqueta en nuestro blog en la que iremos presentando algunas de sus estupendas obras).


El placer y su reverso tenebroso, el dolor, son expresiones psíquicas básicas que nuestra especie ha desarrollado a lo largo de la evolución y cuya consecución (o evitación, en el caso del dolor) determinan en gran medida nuestro comportamiento. Gracias al reforzamiento positivo que producen las experiencias placenteras o al negativo que producen las experiencias dolorosas, socializamos, comemos, aprendemos, nos reproducimos, etcétera.
Para introducirnos en los vericuetos del placer, aparte de los cauces habituales de información, publicaremos algunos textos del estupendo libro del neurocientífico Francisco Mora, Los laberintos del placer en el cerebro humano. Para ilustrar los textos de las entradas colocaremos imágenes que representen (o provoquen) nuestros placeres aquí en Redacción de Vida y Tiempos del Juez Roy Bean. La búsqueda de placer como leit motiv vital de todo organismo complejo viviente, that's it.

En las sociedades en las que se ha conseguido desvincular total o parcialmente el comportamiento sexual de su finalidad primigenia de propagación de la especie, este puede orientarse a voluntad hacia la obtención del placer sexual. Pero evidentemente existen otros placeres además del sexual, como los que proporcionan la comida, la marihuana, el roncola, la buena música, ver ganar a tu equipo de fútbol, ver perder al Barça, la siesta, la literatura, etcétera, en fin, los pequeños placeres de la vida.El placer y la satisfacción arraigan y se generan en nuestro cerebro en varias áreas del sistema límbico, que gobierna nuestras emociones y deseos, orientando consciente e inconscientemente nuestro comportamiento hacia el objetivo prefijado de la recompensa placentera.En estas áreas se produce un diálogo incesante entre nuestros cien mil millones de células nerviosas, las neuronas, diálogo que se lleva a cabo en el espacio sináptico entre las mismas. Para hacer circular la información entre neuronas, los estímulos eléctricos son transformados en señales químicas mediante unos mensajeros químicos que son los neurotransmisores.

Este camino de señales parte de los distintos órganos sensoriales y pasando por el tálamo o VTA (Ventral tegmentul, considerado como
la "puerta de la percepción") llega hasta la amígdala, el séptum y el núcleo accumbens (centro geográfico del placer principalmente sexual). En este video de Redes nos hablan del tema:



De esta forma, el placer es modulado y cartografiado en nuestro cerebro en esas áreas por un cóctel de hormonas y neurotransmisores de cuyo equilibrio depende en gran medida el comportamiento de nuestras mentes, pues cuanto mayor es la activación del sistema dopaminérgico, mayor es la experiencia de euforia experimentada.

Los principales neurotransmisores implicados en la consecución (y la anticipación) del placer son la serotonina, oxitocina, las endorfinas, la noradrenalina, los estrógenos (en las mujeres) y la ya célebre dopamina. Cuando el nivel de secreción de estos neurotransmisores se desequilibra recurrentemente también nuestra mente empieza a causarnos problemas, pues la dopamina, principal alquimista del placer en nuestro cerebro, se configura también como la más importante molécula involucrada en la adicción.


Segund
a parte. La adicción al placer


“El circuito de la gratificación es universal, pero las formas de estimularlo no lo son, y varían mucho de un individuo a otro. Unas personas estimulan el circuito masturbándose, pero otras se aburren en seguida de eso. Unas prefieren activar el circuito mediante el voyeurismo y otras jugándose la vida con el parapente o el paracaidismo, unas con el chat y otras con la filatelia, unas con el Tetris y otras con el bird watching (mirar pájaros sistemáticamente). Las drogas son un truco químico para estimular el circuito directamente.”
Carlos Álvarez-Vara. Agencia Antidrogas de la Comunidad de Madrid
Cuando en una fiesta alguien va al baño y al grito de ¡¡farlopa para toda la tropa!! delinea con una tarjeta un paso de cebra en la encimera del lavabo, se decreta la barra libre de dopamina en el cerebro de los concurrentes al asunto, quienes desde ese momento sienten su mandíbula desencajada, su sed de alcohol infinita y su verborrea dispara(ta)da.

Sin embargo, cuando un consumo puntual se convierte en algo recurrente, cuando el consumidor no puede disociar actividades como el trabajo o el salir de copas de la ingesta de drogas,
el cerebro se habitua a los niveles altos de dopamina y no tolera una disminución siendo entonces cuando puede surgir la adicción. El número 35 de la revista "Mente y Cerebro" nos vuelve a sumergir en el nivel de las sinapsis neuronales, donde ocurre casi todo lo que somos y nos muestra cómo actúa la cocaína en nuestro cerebro:


(...) Cuando comemos algo delicioso, mantenemos relaciones sexuales, ante experiencias divertidas, etc las neuronas del Área Ventral Tegmental (AVT) liberan dopamina en las uniones con las neuronas receptoras, en el Nucleus Accumbens. Así, la dopamina transmite su mensaje a las neuronas receptoras cuya respuesta es la sensación de placer, satisfacción, etc.

Pero la dopamina enseguida es reabsorbida por las células que la liberaron.
La cocaína actúa bloqueando los mensajeros e impidiendo que la dopamina sea reabsorbida, provocando su acumulación en el cerebro.

La cocaína puede perturbar los centros de placer y recompensa del cerebro, de forma que el comportamiento de búsqueda de drogas se convierta en una respuesta condicionada, casi refleja. Al perder la motivación para realizar otras actividades placenteras, la cocaína se convierte en la única fuente de placer y cualquier cosa que le recuerde el consumo de la droga desencadenará un leve aumento de dopamina que conllevará una intensa necesidad del estupefaciente (...)
Como vemos, la cocaína bloquea el transportador de la dopamina en la sinapsis, obstaculizando su recaptación por la neurona contigua por lo que esta permanece más tiempo en el espacio sináptico lo que acentúa la sensación placentera y convierte la activación del circuito dopaminérgico en un fin en sí mismo.

Sin embargo estas sobredosis de dopamina a cascoporro en nuestros circuitos de la recompensa han sido relacionados con el desarrollo no sólo adicciones sino también de trastornos como el déficit de atención, la hiperactividad, la psicosis o la esquizofrenia, aunque aún no se conoce si la alteración es la causa o el efecto de estos trastornos de conducta.De todas formas aún no se ha explicado claramente por qué unas personas desarrollan la adicción y otras no, de hecho los neurocientíficos sostienen hoy que la predisposición a la adicción de ciertas sustancias o a cualquier otro opiáceo puede ser en muchos casos hereditaria, hasta el punto que se han identificado ya los genes que codifican la actividad de la dopamina en el cerebro. Esto es válido para otras drogas más chungas como la metaanfetamina o el crack pero también para otras adicciones "menores" realizadas compulsivamente como el alcohol, el tabaco, los juegos de azar, comer chocolate, chatear, jugar a las consolas etc

Para quien quiera documentarse un poco más en el inquietante mundo de la adicción al placer a través de las drogas les ofrecemos el documental (subido por Bizzentte)
Cocaína, la mecánica del placer.



Tercera parte. El clítoris, resorte del placer femenino

Hay que acercarse a él con delicadeza, lateralmente, sentir sus primeros estremecimientos jugar un poco tantear sus sensibilidades hay que escuchar, humedecer suavemente sin prisa evitando mecanicismos bordear acariciar esta confluencia de miles de terminaciones nerviosas enlazadas conectadas directamente a su sistema límbico

y guiado por sus gemidos y sus temblores buscar la combinación secreta de su goce clic aprietas levemente clic clic 5 derecha 8 izquierda acaricias clic 3 arriba clic a la derecha y entonces notas su cintura estremecerse, sus piernas tensarse su placer empieza a manifestarse nace en algún lugar indefinido de sus piernas mientras un frío las recorre y entonces el orgasmo se desata imparable y un gemido ronco brota de su interior y su rostro se transfigura de placer y está más guapa que nunca.

Aunque a veces la caja no quiere abrirse, o quien la trata de descifrar no es lo suficientemente hábil o simplemente no tiene el día. Porque además cada caja es distinta, cada una de ellas tiene sus propios tiempos internos, sus propios mecanismos de apertura y entrega total para cuyo correcto accionamiento siempre es recomendable disponer de tiempo, pasión y ocasiones para familiarizarse con sus resortes.

El clítoris es el único órgano del cuerpo femenino que sirve sólo y exclusivamente para proporcionar placer pues no posee ninguna función evidente para la reproducción. Cuando en algunos, demasiados, países del mundo en los que aún se practica la ablación del clítoris a las niñas por parte de islamistas radicales, estos tenebristas subliman su desprecio por el género femenino al amputarle quizás la máxima expresión de su individualidad e independencia, el disfrute de su propio cuerpo.

En fin, terminamos esta primera entrada dedicada al placer con el documental del año 2003 El clítoris, ese gran desconocido que arroja algunas luces y aclara algunos conceptos sobre este interruptor del placer femenino con línea directa a su corazón.




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