Podría haber sido un día cualquiera. Un simple lunes 19 de diciembre en la ciudad de Ankara, Turquía. Incluso podría haber sido una de las tantas exposiciones fotográficas en un céntrico barrio de la capital turca. En escena dos hombres. Uno de ellos pronuncia un discurso. Detrás un segundo personaje. Otro hombre enfundado en traje y corbata. En cuestión de segundos este segundo cobra un mayor protagonismo, saca un arma y efectúa al menos 8 disparos que impactan en el orador. Éste queda tendido en el suelo. Momentos después el asesino es abatido por las fuerzas de seguridad. Podría ser una actuación teatral, pero no lo es. De esta impactante forma el lunes 19 de diciembre Mevlüt Mert Altintas asesinaba a Andrei Karlov, embajador ruso en Turquía, durante la inauguración de una exposición en una conocida galería del barrio de Cankaya, donde se concentran la mayor parte de las embajadas extranjeras.
Nada hizo suponer lo que iba a ocurrir. Allí estaba el agresor, camuflado como un escolta más, solo, oyendo el discurso del embajador ruso. Disparó y como señal inequívoca, alzó el índice de su mano izquierda, mientras aún sostenía la pistola con la derecha, subrayando su profesión de fe islámica.
“¡Allahu Akbar! ¡Allahu Akbar! ¡Nosotros morimos en Aleppo, vosotros morís aquí! ¡Matáis a gente inocente en Aleppo y en Siria!”, gritó el agresor, de 22 años, procedente de Aydin (noroeste de Turquía), que servía desde 2014 en la Policía de Ankara y en la actualidad se hallaba fuera de servicio de la unidad antidisturbios. Un joven que estudió en la escuela superior Anatolia, una de las mejores del país, y posteriormente en la Universidad de Izmir y que ante la sorpresa de los presentes se convertía en el protagonista de otro capítulo negro en la historia del terrorismo, recordando poderosamente al histórico asesinato de Franz Ferdinand por parte de Gavrilo Princip que desencadenaría la I Guerra Mundial.
La impactante escena quedó filmada por una cámara que estaba grabando el discurso en la exposición, pero al oír los disparos el operador solo aumentó el plano antes de abandonar la videocámara. Aunque hubo un fotógrafo presente que no abandonó su puesto de trabajo a pesar de la peligrosidad. Se trata de Burhan Ozbilici, reportero gráfico de la agencia Associated Press (AP) que registró, con enorme sangre fría, cómo sucedió todo. De él son las imágenes que acompañan este artículo.
Pero aquella tarde en el centro de Ankara ocurrió mucho más que un acto terrorista, aquella tarde la reciente recomposición de relaciones entre Rusia y Turquía fueron puestas a prueba.
Siria de trasfondo
Las relaciones de ambos países han pasado por serios baches en los últimos años, sobre todo tras el derribo de un bombardero ruso Su-24 por parte de Turquía en noviembre del año pasado. El presidente Putin cargó contra Turquía, un miembro de la OTAN, calificando lo ocurrido de 'puñalada por la espalda' y castigando a la economía turca restringiendo el turismo y el comercio. Pero tras las disculpas públicas de Erdogan estas relaciones comenzaron a normalizarse.
Pero aquella tarde en el centro de Ankara ocurrió mucho más que un acto terrorista, aquella tarde la reciente recomposición de relaciones entre Rusia y Turquía fueron puestas a prueba.
Siria de trasfondo
Las relaciones de ambos países han pasado por serios baches en los últimos años, sobre todo tras el derribo de un bombardero ruso Su-24 por parte de Turquía en noviembre del año pasado. El presidente Putin cargó contra Turquía, un miembro de la OTAN, calificando lo ocurrido de 'puñalada por la espalda' y castigando a la economía turca restringiendo el turismo y el comercio. Pero tras las disculpas públicas de Erdogan estas relaciones comenzaron a normalizarse.
Ankara y Moscú han jugado papeles opuestos durante el conflicto sirio. El Kremlin lanzó en septiembre del año pasado una campaña aérea en Siria para "luchar contra el terrorismo" y evitar la caída de su aliado en la zona, el presidente sirio, Bashar al-Assad, mientras que Turquía ha apoyado desde el principio de la guerra a distintas facciones de las milicias anti-gubernamentales y ha servido de paso franco y retaguardia para aprovisionar a estos grupos insurgentes.
Karlov, de 62 años, ejercía el cargo de embajador ruso desde julio de 2013 y antes había encabezado la delegación en Corea del Norte (2001-2006). Según algunos medios rusos, había jugado un papel importante a la hora de recomponer puentes entre Moscú y Ankara. Turcos y rusos habían vuelto a colaborar en la evacuación de Aleppo, una campaña muy criticada a nivel internacional y según distintas declaraciones no parece que las relaciones bilaterales entre ambos países vayan a verse afectadas por este crimen, con lo que este acto cruel y efectista no parece que vaya a entrar en los libros de Historia como aquel mítico asesinato de Sarajevo.