sábado, 7 de febrero de 2009

Iglesia (3) Troppo vero

Tras aquella primera entrega de Vocabulario Fundamental. Iglesia en la que recogíamos alguna de las sombras de esta institución y también alguna de sus pocas luces, siempre a cargo de sus miembros más humildes, de su infantería, de los que conservan el espíritu fundacional de la Iglesia, ayudando a la gente a ras de suelo, sin juzgarla, simplemente ayudando, tratamos por segunda vez alguna de las aristas de esta institución que aún ostenta un papel tan importante, nos guste o no, en la sociedad actual.


Primera parte. La Iglesia Católica en el siglo XXI, troppo vero

En 1650 Velázquez pintaba el que está considerado posiblemente como el mejor retrato de la historia del Arte, el que hizo al Papa Inocencio X, que por aquel entonces gobernaba la Iglesia católica con mano de hierro. Velázquez plasmó magistralmente en su pintura la personalidad del todopoderoso Papa, trazando su rostro con expresión inquietante, con un punto de crueldad, una expresión que intimida y sigue a quien lo mira, una expresión que juzga implacablemente. Cuentan que el Papa, al ver el cuadro por primera vez y encontrarse con la imagen especular de su siniestra personalidad plasmada en el cuadro musitó entre dientes "Troppo vero". Demasiado real.

Casi cuatro siglos después, en la Iglesia católica las cosas siguen igual, con el agravante de que el tiempo ha pasado y las sociedades en las que pervive han evolucionado mucho sus costumbres, sus ritos, sus mentalidades y cada vez soportan menos que la Iglesia se crea con derecho de manipularlas imponiendo sus dogmas absurdos y retrógrados, sosteniendo una vergonzante doble moral en muchos asuntos de capital importancia como la gestión de su inmensa y propia riqueza en un mundo en el que hambre y miseria siguen destruyendo millones de vidas humanas, o su vergonzante querencia a intervenir en decisiones políticas como por ejemplo la educación, o puramente individuales como con quién, cómo, dónde, por qué follamos, arrogándose el derecho y la autoridad de juzgar la vida de la gente, de influir en las decisiones y derechos de los individuos de esas sociedades, sean o no católicos.

Porque lo malo es que sus dogmas siguen provocando terribles efectos en muchas partes del mundo, como al rechazar las políticas de planificación familiar, lo que sólo consigue perpetuar la miseria en algunas de las más grandes y desgraciadas zonas del planeta. O al condenar y calificar de "abominable asesinato" (junto al mil veces impresentable Silvio Berlusconi) el que algunas asociaciones y médicos con auténtica conciencia de lo que debe ser su trabajo quieran terminar con la tortura infringida a la desdichada Eluana Englaro, vegetando durante 17 años con su alma y su cerebro hace mucho tiempo muertos y su cuerpo destruido y sostenido en un suspiro de electrocardiogramas.

Y así observamos cómo estos comportamientos y muchos otros desnudan, como hizo Velázquez, la auténtica e inquietante cara de las jerarquías eclesiásticas cristianas. Troppo vero, casi cuatro siglos después.


Segunda parte. Gabilondo y el cardenal Bertone

Por último, publicamos la entradilla de Gabilondo en su informativo nocturno el pasado 5 de enero al respecto de la reciente visita, se supone que privada, del enviado del Papa, el cardenal Bertone, a España. Visita que, claro, ha sido de todo menos privada pues tras hacerse caritas con la vicepresidenta y con Zapatero, ha aprovechado el viaje para respaldar a los obispos españoles en su presión contra el gobierno, contra el aborto, la eutanasia, los matrimonios homosexuales, contra la educación moderna y el laicismo del Estado. Contra todo lo que se mueva o quiera moverse.


La opinión de Gabilondo

5.02.2009

"¿Era necesario tanto?. ¿Era necesario ese jubileo, ese despendole político y social?. ¿España toda convertida en un gigantesco botafumeiro para llenar de incienso cada minuto de estancia entre nosotros de monseñor Bertone?. El Gobierno dispuso un recibimiento abrumador, para neutralizar el influjo de Rouco Varela, y poner de manifiesto buena voluntad. Una ingenuidad enternecedora. La Iglesia, al menos por lo que a España se refiere, solo se conforma con todo. Ni un poquito menos. No le ha sido suficiente la generosidad económica del Estado, ni sus gestos de aproximación o de respeto. La Iglesia siempre ha considerado España como su cortijo. Es magnánima con cualquier iniciativa pública que no ponga en cuestión su autoridad. Pero no está dispuesta a renunciar a su titularidad como propietaria de esta vieja tierra.

Es, por tanto, inútil llevar el debate a aspectos concretos. El aborto está legalizado en otros países. Asignaturas como la educación para la ciudadanía se imparten en toda Europa. Los matrimonios gays sí son mas excepcionales, pero ellos solos no justifican una descalificación que la Iglesia dirige, con carácter general, a toda la política del Gobierno actual. Nuestro laicismo es poca cosa frente al francés, la secularización de nuestra sociedad no es mayor ni menor que la de todo el mundo occidental. Y, además, no hay Gobierno mas desprendido en cuestiones monetarias. Da igual. Nada servirá de nada. Un despliegue casi humillante de brazos y piernas abiertas no nos congraciará con la Iglesia. Solo nos es permitida la adhesión inquebrantable. Es la fatalidad que nos acompaña por ser España, sobre todo, puente con Latinoamérica, donde se libra la gran batalla por las clientelas religiosas. No proponemos la ruptura. Vivir es convivir. Pero sin humillarse, sin hacer el ridículo con un peloteo rastrero que, además, resulta estéril."

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