jueves, 2 de abril de 2009

Individualismo y libre albedrío (1) Cine e individualismo

El libre albedrío es la creencia de aquellas doctrinas filosóficas que sostienen que los humanos tienen el poder de elegir y tomar sus propias decisiones. El concepto ha sido extendido en ocasiones a los animales y a la inteligencia artificial de las computadoras.

El individualismo es la actitud que lleva a actuar y pensar de modo independiente, con respecto a los demás o frente a normas establecidas. Tendencia filosófica opuesta al colectivismo, que da prioridad a los derechos del individuo frente a los de estructuras sociales o que afirma que de los primeros surgen los segundos.
Fuente: Wikipedia


Intro

El individualismo y el libre albedrío son dos resortes de la condición humana (aunque no exclusivamente humana) que dotan a los individuos de la capacidad de elegir cómo actuar sin estar limitados por causas precedentes, por la sociedad que les rodea o la predeterminación divina que postulan las religiones.

En las entradas que vamos a dedicar a los individuos como entes independientes y capaces, veremos cómo gestionan su talento algunas grandes individualidades del deporte y la ciencia, cómo actúan los mecanismos de la autoconciencia en nuestro cerebro y también cómo algunos animales pueden destacar del conjunto de los de su especie usando su curiosidad y su inteligencia primaria. Asimismo, comprobaremos cómo algunos creadores han conjugado en la ficción estos resortes como prolongación de sí mismos y también cómo la enfermedad o la muerte artificialmente prolongada pueden erosionar la dignidad de los individuos como tales.

Cuando las circunstancias son peores, cuando el poder del entorno y la rutina condicionan la vida de los individuos, castrando su iniciativa y su alma, estos aún pueden mirar en su interior y rebelarse contra ese entorno que adormece y aliena su espíritu, contra la pérdida de su identidad. De esta forma, el individuo se libera tomando el mando de su propio destino, asumiendo toda la responsabilidad y consecuencias de sus propios actos, sin dioses a los que acudir buscando motivos, excusas o redenciones.


Primera parte. Cine e individualismo

Por supuesto, si de algo está repleto el cine es de momentos magníficos en que el individuo se mira, mide su coraje y la claridad u oscuridad de su mente y decide reivindicarse, contra una vida de rutinas, una reclusión de por vida o contra el entumecimiento emocional de décadas de dictadura, o contra su familia o las convenciones sociales, se revuelve contra lo que sea necesario, saca lo mejor de sí mismo, lucha por lo que desea con todo su corazón y lo consigue. O no. Pero decide ser él quien escriba su propio destino, se sacude rutinas y costumbrismos perniciosos y lo intenta.


José Luis Garci - Solos en la madrugada

"No son los males violentos los que nos marcan, sino los males sordos, los insistentes, los tolerables, aquellos que forman parte de nuestra rutina y nos minan meticulosamente como el Tiempo." Émile Cioran

A pesar de llevar unos cuantos años vagando en el limbo de los directores que hacen películas que simplemente no apetece ver, Garci dirigió en las décadas de los setenta y ochenta algunas películas muy interesantes -y modernas para la época- como Asignatura Pendiente, Sesión continua, Asignatura aprobada, El crack o la que nos ocupa, Solos en la madrugada, en la que el director madrileño reflexiona sobre la comunicación y la incomunicación, sobre los pasados imperfectos que condicionan los comportamientos presentes, sobre individuos que se aferran a rutinas y excusas vitales que los adormecen.

En 1978 José Luis Garci dirigía esta su segunda película tras el éxito que tuvo en su debut con Asignatura pendiente, repitiendo en sus papeles protagonistas con Fiorella Faltoyano y José Sacristán, además de Emma Cohen. En ella retrataba magistralmente los ángulos gastados de una generación de españoles a los que 38 años de dictadura y tradiciones impuestas habían dejado con las emociones embotadas, sin otras ilusiones que no fueran cumplir con los imperativos biológicos o sociales de esa época dibujada en tonos grises.

Fueron casi cuarenta años de una dictadura terrible que no sólo dejó males violentos como fusilamientos, represaliados y presos políticos, sino muchos de esos males tolerables de los que hablaba Cioran, en formas de imposiciones morales interiorizadas socialmente, de convenciones reaccionarias que fueron minando y adormeciendo la conciencia de toda una generación, la de nuestros padres, los nacidos en la década posterior a la guerra civil que, a golpe de trabajo alienante y de Seat 600 intentaban prosperar, buscar su lugar bajo el sol, alcanzar su trocito de felicidad. Como nosotros, claro, solo que ellos lo tuvieron más difícil.

Con Solos en la madrugada, Garci consiguió una de sus mejores aunque más desconocidas películas. La peli es de 1978 y eso se nota en bastantes referencias a la radio y la sociedad de la época, pero lo que quiere transmitir es igualmente válido hoy, cuando también estamos en una época de grandes cambios, de desastres que acaban y de futuros inciertos.


Un inmenso, como nos ha acostumbrado desde siempre, José Sacristán interpreta a José Miguel García Carande, un desencantado locutor de radio nocturno, separado, nostálgico e irónico, que acompaña a millones de españoles de su generación en las decisivas e inciertas noches de nuestra Transición, mientras se legalizan el PCE y las separaciones matrimoniales (aún no el divorcio) y de repente muchos miran a su pareja y se preguntan si de verdad conocen de algo a esa persona que se acuesta en su cama. Terminaba la década de los setenta y España y los españoles intentaban asimilar su libertad recién alcanzada.

Este vídeo es la primera escena de la película, era la Semana Santa del 77 y millones de españoles viajaban en masa para tomar
al asalto el apartamento en la playa o la casita en la montaña, buscando vivir otra realidad, buscando una tregua de sus propias vidas.



En su programa les habla de paradójicas nostalgias de un mundo lastrado por años de miserias y estricta moral religiosa, laminado por una dictadura dogmática e hipócrita que adocenó los paisajes mentales de millones de personas, un mundo con escasos lugares para la pasión y la seducción, reducidos al furtivismo del adulterio o a los bailes lentos de los guateques, mientras buscaban una improbable piel que acariciar. Eran tiempos de cuerpos y mentes minados por años de trabajo gris, de soledades y rutinas interiorizadas en el alma, tiempos transitados por un sexo escaso y funcionarial, tiempos transcurridos en un mundo de libertades vigiladas e ilusiones rotas.

"Queridos inútiles, ahí os quedáis: cansados, aburridos, sin esperanza, llenos de problemas, hechos una mierda; como siempre, solos en la madrugada. Como debe de ser. Soñando, eso sí, con que un día os pasarán cosas maravillosas y vuestra vida cambiará."

Y así transcurre la película, mientras el protagonista se va dando cuenta que, a pesar de saber diseccionar el alma adormecida de su generación, también su vida personal naufraga, por no saber ir más allá de la autocompasión y el lamento por sus propias ilusiones perdidas en el camino.

Hasta que se da cuenta de que ya no basta con mirar al pasado y lamentarse por lo que fue y lo que no fue, sino que tenemos que aprender a mirar dentro de nuestra mente y nuestro corazón y hay que perseguir nuestra propia felicidad y el desarrollo de nuestra identidad como individuos.

Por eso el discurso de esta película profundamente humanista sigue siendo válido treinta años después, para no dejarnos arrastrar por las frustraciones emocionales, los victimismos y las autoexcusas que desde siempre acompañan al ser humano y lastran su iniciativa y sus libertades personales, impidiéndoles construir el destino que hubieran deseado. Así que aquí les dejamos, con la magnífica escena final de la película, donde un José Sacristán en estado de gracia habla de ese cambio necesario, vital, a operar dentro de nosotros mismos para poder ser individuos realmente libres.




Frank Darabont - The Shawshank Redemption (Cadena perpetua)

En 1994, el por entonces desconocido director Frank Darabont dirigió con mano maestra una película que, sin embargo, pasó desapercibida en los Oscars de ese año, eclipsada por la deslumbrante Forrest Gump.

En ella adaptó un relato de Stephen King
para lograr un guión perfecto sobre el que gravita una conmovedora historia de amistad, redención y libertad individual entre los muros de una prisión de alta seguridad.

En una de sus mejores escenas, Andy, el personaje que interpreta Tim Robbins, es llamado a las oficinas del alcaide y viendo la oportunidad, ve un disco y recuerda cómo le hacía estremecerse en su vida en libertad, era algo que nunca había vuelto a escuchar desde que ingresó en prisión y decide homenajearse como individuo y hacerse dueño por un momento de su vida, aún sabiendo las terribles consecuencias de hacerlo. Bloquea la puerta y pone en un tocadiscos la
Canzonetta sull'aria de la ópera de Mozart Las bodas de Figaro, haciéndola sonar por los altavoces de toda la prisión. Desubicando los muros y las alambradas, otorgándose a sí mismo y a sus compañeros de condena unos minutos de libertad e inimaginable belleza en el escenario más alienante y represivo.



Del blog Lo Lograremos, extraemos la traducción de lo que comenta Red, el personaje que interpreta Morgan Freeman
sobre ese momento de magia proporcionado a personas con alambradas en el alma.

"Hasta el día de hoy no sé lo que cantaban esas dos italianas. La verdad es que no quiero saberlo. Algunas cosas son mejor no saberlas. Me gusta pensar que cantaban sobre algo tan hermoso que no puede ser expresado en palabras y hace que tu corazón te duela por ello. En serio te digo que esas voces llegaron tan alto y tan lejos como ninguno jamás imaginó en un sitio tan desconsolador. Era como si un pájaro precioso entrara en nuestra horrible jaula e hiciera que estas paredes desaparecieran, y por un momento muy corto todos los hombres de Shawshank se sintieron en libertad"
En fin, un gran momento. El individuo conquistando su libertad, aunque sea durante lo que dura una canción. Abandonamos junto a Andy la prisión de Shawshank a través de un túnel con la forma de Rita Hayworth y dejamos a la lluvia mojar nuestra piel, por fin libre.



Mike Nichols - El Graduado
En 1967 el director Mike Nichols dirigió El Graduado, su segunda obra maestra consecutiva tras la desoladora ¿Quién teme a Virginia Woolf? ("Who's afraid of Virginia Woolf?", 1966). Esta película tuvo un gran impacto en la época por la radicalidad de su mensaje y porque era la primera vez que se mostraba sin tapujos el adulterio de una mujer casada, alcohólica y bastante neurótica -interpretada magistralmente por Anne Bancroft-, con alguien a quien doblaba la edad (en la película, al menos).

La película suponía una crítica bastante explícita a la pacata clase alta norteamericana de finales de los sesenta y a su profunda desconexión existencial con la generación de sus hijos en unos tiempos en que las sociedades occidentales eran marcadamente más conservadoras que hoy en día.

La película cuenta la historia de un joven recién graduado en la universidad, Benjamin Braddock, -interpretado por Dustin Hoffman en uno de sus primeros papeles- que vuelve en verano a la casa familiar para poder pensar en su futuro.

La primera parte de la película se desliza hacia la comedia al presentarnos la incomunicación y alienación que siente Ben en el absurdo entorno social de su familia que lo convierte en blanco de sus consejos no solicitados, en un polo de atracción que le hace sentir ridículo, como puede verse en la estupenda escena de la piscina, cuando es obligado a estrenar el regalo que le hacen al cumplir 21 años...



Sin embargo, Ben es seducido por una de las amigas de la familia con la que mantendrá una serie de furtivos y un poco sórdidos encuentros sexuales, lo que le hará empezar a contemplar lo que le rodea con un sano cinismo.Entonces conoce a Elaine, la hija de los Robinson -interpretada por una preciosa Katherine Ross- y se enamora de ella. Esto provocará que la despechada señora Robinson le acuse de haberla forzado, mudándose con su familia a un destino desconocido para así alejar a los jóvenes amantes.Pasa el tiempo y mientras Benjamin Bradock es repudiado por el entorno que antes lo alababa, vive su propia catarsis al darse cuenta de su quizás primera y única certeza, debe recuperar a quién es su gran amor.
Es entonces, al enterarse de que Elaine va a casarse con otro, cuando decide reivindicarse como individuo, contra su familia, contra el dinero, contra sus amigos, contra quien sea y busca a Elaine y si para conseguirla ha de profanar la Iglesia o el matrimonio o usar una cruz a modo de cimitarra para despejar su camino, así lo hará, se convertirán en unos herejes como Dios manda.

Así pues, les ofrecemos uno de los más míticos y más impactantes -por lo menos para su época-, finales de la historia del cine. Simon y Garfunkel ralentizan los últimos acordes de
Mrs. Robinson mientras a Benjamin Braddock se le acaba la gasolina. Y aún tiene que llegar a la iglesia antes de que Elaine Robinson cometa el mayor error de su vida...



El Graduado es una magnífica película que, a pesar de tener momentos de comedia, reflexiona con amargura sobre las siempre complejas y difíciles relaciones interpersonales, sobre la confusión vital de la juventud y sobre la incomunicación en la familia, mostrando la vacuidad y las apariencias en que se basan algunas de sus esencias. Y todo ello sigue siendo válido también para nuestra sociedad y nuestra época.

Ahí están, en el autobús que les lleva a su vida juntos,
dos individuos dando lo mejor de sí mismos, contra todo y todos. Ya sólo se tienen el uno al otro. Respiran, recuperan el aliento. Y sonríen.





Segunda parte. Las máquinas y el libre albedrío

Anticipándose al momento en que la ciencia logre dotar a una máquina de un principio de una auténtica inteligencia semejante a la humana pero independiente en su libre toma de decisiones, ha habido ya muchas creaciones artísticas que han mostrado cómo sus autores imaginan ese tiempo futuro y fascinante.

Desde aquel Hal 9000 de voz calmada e inquietante de 2001, Una odisea en el espacio a Wall-E, el cine ha elucubrado en algunas ocasiones con robots que sienten el aflorar de su conciencia individual, máquinas que desarrollan su inteligencia artificial
para tomar sus propias decisiones y moldearse como individuos independientes. Y cuando lo hacen se dan cuenta de lo que significa tener vida y así la valoran y protegen y usan ese individualismo recién adquirido para tocarse, para tomar conciencia de sus cuerpos antropoides y su razonamiento incipiente, programado a nuestra imagen y semejanza. Y eso les hace amar la vida, estremecerse, enamorarse, sin saber qué les ocurre, confundidos. Igual que nosotros, cada vez que nos pasa.


Björk - All is full of love

En 1997 Björk sacaba su album Homogenic, con algunas canciones memorables como Hunter, Bachelorette y All is full of love. Se considera este álbum como el primero de una serie de trabajos más experimentales, introspectivos -e irregulares- de la islandesa, que decidió arriesgarse para hacer la música que su propia individualidad le reclamaba hacer.“Con Homogenic simplemente decidí que no quería complacer a nadie más salvo a mí misma. Y realmente me conmueve el hecho de que la gente todavía parece estar interesada”.

Dos años más lanzó como single All is full of love con este magnífico vídeo de Chris Cunningham
en el que dos androides deciden reivindicar su individualidad en forma de deseo, comiéndose la boca.



you'll be given love / you'll be taken care of / you'll be given love / you have to trust it / maybe not from the sources / you've poured yours into / maybe not from the directions / you are staring at / twist your head around / it's all around you / all around you / you just ain't receiving / your phone is off the hook / all is full of love / your doors are all shut

Jean Michel Jarre - Touch To Remember

Siempre había identificado a Jean Michel Jarre con la infame música New-Age, y considero que el en su época mítico álbum Oxygene puede tener el valor como uno de los albumes fundacionales de la música electrónica pero más allá de eso, lo escuchas y es un sonido que realmente ha envejecido muy mal.

Sin embargo, algo que no se le puede reprochar es el no haber experimentado continuamente con su música, con sus
tremebundos conciertos al aire libre o como hizo en 2007 actualizando su música con el estimable álbum dance Teo & Tea, en el que hay algunas grandes canciones como OK, do it fast, Melancholic Rodeo y ésta de la cual hablamos Touch to remember. El video es de un fan y es absurdo, lo importante es la canción, un gran tema de música electrónica. Dos máquinas se tocan y se dan cuenta de algo. Existen. Se tocan, se recuerdan.

I... Am / You... Are / Why? / Touch... To remember / You... Talk / I... Talk / Why? Touch... To remember.

I am / You... Are / You... Are... Warm / Why? / Are... You... An angel? Touch... To remember / Touch... To remember / Touch... To remember

I... see / You see / Why? / Touch... To remember You / I... Touch... You / I... Remember You/ I touch you / I remember you/ I... Remember you



Blade Runner
(Ridley Scott, 1982)




A principios del siglo XXI la Tyrell Corporation desarrolló un nuevo tipo de robot llamado Nexus -un ser virtualmente idéntico al hombre- y conocido como Replicante. Los replicantes Nexus 6 eran superiores en fuerza y agilidad, y al menos iguales en inteligencia, a los ingenieros de genética que los crearon.
En el espacio exterior, los replicantes fueron usados como trabajadores esclavos, en la arriesgada exploración y colonización de otros planetas. Después de la sangrienta rebelión de un equipo de combate de Nexus 6 en una colonia sideral, los replicantes fueron declarados proscritos en la tierra bajo pena de muerte.
Brigadas de policía especiales con el nombre de unidades de Blade Runners tenían ordenes de tirar a matar al ver a cualquier replicante invasor. A esto no se le llamó ejecución, se le llamo retiro.
Los Ángeles, Noviembre 2019
Con estas palabras comienza Blade Runner, la obra maestra de Ridley Scott. Pocas cosas hay que no se hayan dicho de esta magnífica película, una obra oscura, filosófica y melancólica que ha trascendido el concepto de película de culto. Un grupo de replicantes liderados por Roy Batty -en una gran interpretación de Rutger Hauer- regresan a la Tierra para contactar con su creador, conocer cuánto tiempo les queda de vida e intentar, claro, prolongarlo. Y un ex-cazador de replicantes se ve obligado a volver a su antiguo oficio para 'retirarlos' de la circulación.

Es una película que nos habla de la fugacidad de la vida y la inminencia de la muerte, de las consecuencias morales de la manipulación genética, de la muerte de la Naturaleza, del vivir con miedo, del amor y la compasión, de los recuerdos y otras porosas fronteras de la condición humana.


En una de las últimas secuencias, con el replicante Roy Batty persiguiendo al blade runner Rick Deckard -Harrison Ford, en uno de sus primeros y mejores papeles- por el tejado de un barroco edificio abandonado en algún lugar de un Los Ángeles contaminado, lluvioso y ciberpunk, para hacerle pagar las muertes de sus compañeros y en especial la de su amante, la replicante Pris, interpretada por Daryl Hannah.

En esta mítica secuencia que acabará con el replicante Roy Batty recitando su célebre y hermoso epitafio he visto cosas que no creeríais, el Nexus-6 tiene a Deckard a su merced, colgado de una mano en una viga del tejado y le dice eso de

Sin embargo, el presentir que su propia y programada muerte es inminente le hace amar aún más la vida, lo que le lleva a salvar a Deckard antes de que su vida y sus recuerdos se diluyan para siempre en el tiempo y la lluvia.



Wall-E

Hace poco pudimos ver una de las películas que más nos ha sorprendido últimamente, Wall-E, el último producto de esa gran fábrica de sueños que es la productora Pixar.

Digamos que, hasta que (buscando el público infantil) salen a escena esos seres humanos con obesidad mórbida que viajan en la nave y que provocan que la película se precipite hacia un happy end pelín forzadillo, es simplemente una obra maestra del cine, una experiencia visual y emocional de una belleza sobrecogedora. Lo cierto es que coincidimos bastante con ese crítico del New York Times que escribía


"Los aproximadamente primeros 40 minutos de Wall-E (en los que apenas hay diálogos, y casi no aparecen humanos) es un poema cinematográfico de tanto ingenio y belleza que sus oscuras implicaciones puede que tarden en conseguir penetrar." (A.O. Scott: The New York Times)

Esta es una de sus magníficas secuencias iniciales.




Esta película nos presenta nos presenta una historia de amistad, una historia de soledad y añoranza construida en torno a un robot abandonado en una Tierra en ruinas; y todo lo hace con humor y con infinita delicadeza, con pequeñas cargas de profundidad emocionales que encogen el corazón. Un maravilloso ejemplo de individuo que trasciende su personalidad más allá de lo que por su mente de silicio le correspondería y se transforma en una máquina que rescata de entre las ruinas objetos que impregnan de añoranzas humanas su metálica carcasa.

Así, para terminar con esta primera entrega de nuestro homenaje a la libertad del individuo para decidir sobre sí mismo y sus acciones, para trascender sus genes, sus circunstancias y su entorno, les dejamos con un robot solitario en un planeta devastado, mirando la noche, estremeciéndose de nostalgia y estrellas.


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