Y de repente lo que parecía una plácida entrevista de autobombo en la cadena norteamericana Bloomberg se le convirtió en una emboscada cuando la periodista simplemente hizo su trabajo, preguntar. Y repreguntar. Y el patético personaje que tenemos de presidente se vio desnudo con sus mentiras y sus torpezas y ese delator tic en el ojo izquierdo que le da cuando la cantidad y calidad de mierda y desfachatez que le sale por la boca le tensa las costuras pero intenta mantener hierático el rostro. Y el posterior intento de censurar las partes delatoras de la entrevista evidencia aún más la vileza de su comportamiento. Ahora todo el mundo sabe que el presidente del gobierno de España es un mentiroso compulsivo y que hasta cuando dice la verdad, desde este vergonzante "hay cosas que no se pueden demostrar" a aquel estremecedor "vamos a hacer lo que tenemos que hacer", está queriendo ocultar una gran mentira.
Rajoy, sincero a su pesar
Rajoy, sincero a su pesar
La marca España es esa entrevista de Mariano Rajoy ante Bloomberg. "Hay cosas que no se pueden demostrar", dice cual Tony Soprano, para luego revelar su calidad democrática al intentar censurar a esta agencia internacional para que no transmita esa frase sincera que, sin querer, se le escapó. Es tan bochornoso como suena, como cuando dijo que todo era falso, "salvo alguna cosa"; como cuando aseguró que "nadie podrá probar" que Bárcenas no es inocente. Es vergonzoso que ésta sea la primera entrevista de Rajoy desde hace meses, la primera desde que estalló el caso Bárcenas. Es insultante que el presidente, que se oculta de los periodistas españoles tras una pantalla de plasma o tras una rueda de prensa amañada, solo se someta a las preguntas de un medio estadounidense. Por suerte, Bloomberg se negó a mutilar la entrevista por una cuestión de "integridad". Imaginemos qué habría pasado si esa misma entrevista la hubiesen grabado La Razón o el ABC.
Rajoy, una vez más, mintió. Como ya es habitual. Lo hace ante el Parlamento, no lo va a hacer ante una entrevistadora que le habla en inglés. "No han imputado a absolutamente ninguna persona", aseguró el presidente para restar importancia al caso de los papeles de Bárcenas. ¿A ninguna persona? ¿Quiénes son entonces Luis Bárcenas, Álvaro Lapuerta y Ángel Sanchis, los tres extesoreros de su partido que están imputados en la Audiencia Nacional? Además de las decenas de evidencias e informes policiales que demuestran las irregularidades en su contabilidad, ¿qué más pruebas hacen falta para que Rajoy admita al menos que su partido, en el mejor de los casos, se financió de forma irregular?
Rajoy volvió a mentir al afirmar que no sabía nada de la destrucción de pruebas en la sede del PP, que ahora está investigando un juzgado de Plaza Castilla de Madrid. "Lo desconozco absolutamente. No sé si estaban, si estuvieron, si alguien las quitó", aseguró sin pestañear ¿Alguien que no sea Celia Villalobos se puede creer que esto es así, que el presidente del PP no sabe "absolutamente nada" de lo que su propio partido comunicó a la Audiencia Nacional?
Pero Rajoy fue por un momento sincero, aunque fuese de forma inconsciente. Ese "hay cosas que no se pueden demostrar" demuestra mucho de su forma de pensar. El PP quiere igualar la responsabilidad política con la penal: nadie dimitirá salvo que un juez ordene su entrada en prisión. Viendo la manera en que la Fiscalía maneja a la Audiencia Nacional a voluntad, es una estrategia con todos los ases para ganar. El caso Bárcenas se quedará en nada, Ruz mediante. Bárcenas está ya callado; "el tema está encarrilado", aseguran algunos de los que en su momento intentaron mediar. Y Rajoy seguirá confiando en la pésima memoria de los españoles y en ese cerrojazo al que ha sometido al Parlamento para aguantar el temporal. Saldrá gratis, para gran desgracia nacional.