sábado, 21 de septiembre de 2013

Puta guerra (20) Hijos de la guerra atómica

Estremecedor el último reportaje de En Portada realizado por el corresponsal de RTVE en Moscú Carlos Franganillo (otro estupendo periodista de la casa, de los que siguen enalteciendo nuestra tv pública) sobre los afectados por las pruebas atómicas realizadas, ya hace más de dos décadas, en Kazajistán por la antigua Unión Soviética. Sin embargo las fatales consecuencias de la sobreexposición a las radiación de aquellas explosiones nucleares aún siguen notándose en el medio ambiente y las personas que allí siempre han vivido. Entre ellas está Berik Syzdikov, en el vientre de su madre cuando sucedió una de las pruebas, cuya triste y emotiva historia sirve de hilo conductor de este documental sobre los efectos de una guerra no declarada, sobre los hijos de la guerra atómica. 


En Portada - Hijos de la guerra fría


Han pasado más de 20 años desde el fin de las pruebas nucleares en el Este de Kazajistán pero allí la Guerra Fría y la carrera atómica seguirán cobrándose víctimas durante generaciones. 

La historia de Berik

Encontrarnos con Berik fue como ver a un viejo conocido. Durante meses el equipo se había familiarizado con él a través de fotografías. Hablábamos cada cierto tiempo por teléfono, preparando nuestro plan de rodaje. Le descubrí gracias al trabajo del fotoperiodista Ed Ou, cuando me documentaba para viajar al Este de Kazajistán.

En su reportaje encontré 5 imágenes que mostraban a un joven con la cara horriblemente deformada. Los tumores habían ocultado sus ojos desde que era un bebé, después de que su madre estuvieraexpuesta a altos niveles de radiación nuclear durante el embarazo. Ahora Berik recibía una indemnización mensual del Estado kazajo. Apenas 300 euros para que él y su madre pudieran vivir al día en un bloque destartalado de viviendas de un suburbio de Semey.

Su historia era una más entre las de decenas de miles de habitantes de la región que vivieron junto alPolígono, el mayor campo de pruebas atómicas de la URSS. Entre los años 40 y 80, allí estallaron unas 500 bombas y, en ocasiones, crearon nubes radiactivas que, convertidas en lluvia, contaminaron lo que encontraron a su paso.

Ocultación y consecuencias del sueño nuclear de la URSS

Las autoridades soviéticas decidieron ocultar los efectos en la población. Explicaron la alta frecuencia de problemas de tiroides, cánceres y malformaciones aludiendo a la sobreexposición al sol y a una alimentación pobre, pero los médicos sabían que eso no era cierto.

Los soldados soviéticos les ordenaban salir de sus casas para evitar pérdidas humanas, en caso de que la onda expansiva derribase alguna vivienda. Desde la calle observaban un enorme resplandor, seguido de un estruendo. Unos minutos más tarde recibían permiso para regresar a sus casas, se hacía inventario de los desperfectos y volvían a la rutina.El doctor Boris Gusevempezó a trabajar en la zona durante los años 50, recorriendo las aldeas y tratando a los enfermos. Hoy dirige el Instituto de Radiología de Semey, donde los afectados por la radiación acuden una semana al año para tratarse y someterse a revisiones médicas. La mayoría presentan alteraciones nerviosas y problemas en el aparato digestivo o en el tiroides y entre los pacientes hay algunos ancianos que recuerdan las pruebas atómicas con precisión.

Aquellas gentes sencillas, dedicadas a la agricultura y a la ganadería, convivieron durante décadas con los experimentos de una de las dos superpotencias que se disputaban la hegemonía mundial. Muchos de ellos se consideran conejillos de indias y piensan que las autoridades les expusieron deliberadamente para conocer los efectos de la radiación.

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