Corto del año 2013 dirigido por César y José Esteban Alenda y premiado con la Biznaga de Plata al Mejor Cortometraje del Festival de Málaga. El amor es una autopista circular que a menudo nos devuelve al kilómetro 0.
Partir de un encargo suele hacer fruncir la ceja a críticos y espectadores, que anticipan un trabajo alimenticio, o al menos una obra por debajo del nivel acostumbrado del artista comisionado. En el caso del cortometraje, esta es una situación bastante infrecuente, por lo que las suspicacias todavía alcanzan una mayor dimensión. Los hermanos César y José Esteban Alenda vienen a hacernos tragar nuestros prejuicios y demostrar que si tras el encargo late una idea original y sugerente, el origen del proyecto no debe hacernos devaluar el resultado final.
Con una considerable filmografía a sus espaldas, siete cortometrajes entre los que se encuentran los celebrados La increíble historia del hombre sin sombra (Goya al mejor cortometraje de animación en 2009) y El orden de las cosas (Roel de Oro en Medina del Campo en 2010), los hermanos Alenda aceptaron el reto propuesto por el propio fabricante de realizar un cortometraje con una LomoKino, como medio para promocionar la nueva cámara. Todos los formatos y cámaras tienen sus cualidades y sus limitaciones, y en el caso de la LomoKino, estas están muy acentuadas. Pero a riesgo de parecer más indulgente de lo debido, el primer mérito que se le puede conceder a Inertial love y a sus creadores es el hecho de haber hecho del defecto virtud y adecuar la historia a las posibilidades de la herramienta, sacando un gran partido a la técnica de la pixilación (técnica de animación stop-motion en la que se emplean personajes de carne y hueso.
La autopista como metáfora de las relaciones amorosas y de felicidad articula una historia de desajustes y desencuentros, describiendo de forma imaginativa y clara el proceso cíclico que nos lleva del abatimiento a una nueva esperanza. El protagonista y su chica han entrado en una fase de desenamoramiento, que tiene su reflejo visual en las distintas velocidades a las que se mueve cada uno y en el vehículo de la felicidad en el que viajan por el arcén, al margen del ritmo vital de las demás personas que circulan por la autopista. Hasta que ella dice basta y arroja definitivamente a su compañero de su vida, dando lugar a uno de los mejores momentos del corto, en el que el chico sale expelido por el parabrisas.
Lo que sigue a continuación es, como indica el título, mera inercia. Esa fuerza autónoma y automática que te impulsa a seguir adelante incluso contra tu propia voluntad. Inertial love materializa desde ese momento una huida hacia adelante en la que el protagonista, hundido, arrastrado, dolorido va dejando atrás todo hasta quedar vaciado por la experiencia.
La poética de Inertial love reside en la habilidad de sus directores para adaptar esta cíclica historia de amores y desamores a la propia técnica con la que está realizada la obra. La puesta en escena se presenta como una consecuencia lógica de la propia narración y nunca se tiene la sensación de que se ha procedido al revés, tratando de ajustar la trama y su puesta en imágenes a la peculiaridad de la técnica de animación. Y esto sin duda es todo un acierto que consigue que el corto se perciba como una pieza integrada y coherente; muy lejos del encargo del que hemos comenzado hablando.
Crítica encontrada en el blog Cortosfera
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