Armados de hachas, barras de hierro, palos, cuchillos, navajas, de cualquier cosa que puedan conseguir y que sirva para golpear o mutilar, en Urumqi, la capital de la región china de Xinjiang, los Han (apoyados por el Ejército y la policía), la etnia mayoritaria en China y los musulmanes Uighur, naturales de esa región y la mayor minoría étnica en China, se buscan mutuamente para ajustar cuentas y rencores, se buscan para matarse tras décadas de convivencia forzada, de tensiones diarias y odio acumulado.
Las guerras entre las repúblicas ex-soviéticas o ex-yugoslavas, las masacres entre hutus y tutsis en Rwanda y Congo, hay algunos claros ejemplos de cómo ese odio puede reprimirse mientras exista un gobierno fuerte e implacable que obligue a convivir a colectividades que se perciben como distintas y hostiles, pero cuando ese yugo desaparece o cuando algún incidente mayor sirve como detonante, el odio reaparece y se muestra en todo su terrible esplendor.
Las guerras entre las repúblicas ex-soviéticas o ex-yugoslavas, las masacres entre hutus y tutsis en Rwanda y Congo, hay algunos claros ejemplos de cómo ese odio puede reprimirse mientras exista un gobierno fuerte e implacable que obligue a convivir a colectividades que se perciben como distintas y hostiles, pero cuando ese yugo desaparece o cuando algún incidente mayor sirve como detonante, el odio reaparece y se muestra en todo su terrible esplendor.
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