Un reportaje de En Portada nos sumerge en los círculos de la violencia en Honduras cuya tasa de homicidios por habitante lo convierte en el país más violento del mundo. El narcotráfico infecta de crimen y corrupción la política y la sociedad hondureñas y expone a sus habitantes a secuestros, robos y crímenes por parte de sicarios, miembros de las maras o policías corruptos. En este estremecedor contexto algunos responsables públicos, ciudadanos y periodistas intentan luchar contra este perverso status quo denunciando la insostenible situación en la que viven. Y mientras, sobrevivir. Si después del documental quieren conocer más sobre la vida de las personas que él salen les invitamos a bucear en el magnífico reportaje interactivo que En Portada ha elaborado en su web. Unos cracks, J.A. Guardiola y los suyos.
En Portada - En el reino del plomo
José Antonio Guardiola 27.03.2013
Los leones atacan siempre a los más débiles de la manada. El narco corrompe a los Estados con las instituciones más frágiles.
Radiografía hondureña
Honduras, especialmente desde el golpe de Estado de 2009 que terminó con la Presidencia de Manuel Zelaya, es un estado débil. Su clase política es poco profesional, por decirlo de alguna manera. Los responsables de algunas instituciones se dejan corromper con relativa facilidad. Los policías ganan poco dinero y en muchos casos se dejan tentar por el sobre fácil del narco. La sociedad está muy desestructurada: por ejemplo, muchos padres emigran a Estados Unidos y dejan a sus hijos al cuidado de sus abuelos, sus familiares o vecinos…Y eso sirve para facilitar el reclutamiento de las maras. Y, además, su geografía los mantiene acorralados. Es lugar de paso casi obligado de una droga que se produce en el sur y se comercia en el norte.
La lucha contra la impunidad
Y ahora matizo. Hay muchos políticos y académicos íntegros, que se dejan la piel por dignificar Honduras. Hay miles de policías que se avergüenzan de compañeros de armas vendidos al narco o simplemente asesinos. La inmensa mayoría de los padres hondureños se sacrifican mucho más de lo que cualquier padre del llamado Primer Mundo es capaz de hacer por sus hijos. Esa es la realidad, pero también es cierto que basta con que unos cuantos políticos, unos cuantos policías y unos cuantos periodistas caigan en la tentación para que el país se convierta en el más violento del mundo. Dramático.
Éste pudo ser un reportaje violento, cargado de secuencias con cadáveres en las aceras y autopsias en las morgues... Pero nunca nos lo planteamos así. Por encima de todo, la intención siempre fue mostrar que la resistencia de un grupo de civiles ante tanta injusticia ha conseguido movilizar a la sociedad en su lucha contra la impunidad. Se puede.
Éste pudo ser un reportaje violento, cargado de secuencias con cadáveres en las aceras y autopsias en las morgues... Pero nunca nos lo planteamos así. Por encima de todo, la intención siempre fue mostrar que la resistencia de un grupo de civiles ante tanta injusticia ha conseguido movilizar a la sociedad en su lucha contra la impunidad. Se puede.
Los que recorrimos Honduras para contar esta historia –Teresa Mora, José Manuel Frean y Paco Ramos- descubrimos un país con ciudadanos olvidados que piden a gritos algo de ayuda y comprensión. Narramos lo que vimos. Y quizá por no ser acusados de corporativistas no otorgamos todo el reconocimiento que se merecen los periodistas que día tras día se juegan el tipo por contar lo que pasa en su país.
Desgraciadamente, Honduras también es uno de los países del mundo con más periodistas asesinados. El contexto es inevitable: policías, mareros, narcos.. Pero el fondo del reportaje es el de unas madres exhaustas que sacan fuerza de la nada para investigar el vil asesinato de sus hijos por parte de policías pertenecientes a un cartel del crimen con sede en una comisaría de la capital o la lucha de un padre por demostrar que su hijo no perdió la vida por casualidad sino porque una patrulla del Ejército practicó tiro al blanco con un chaval de 15 años.
Desgraciadamente, Honduras también es uno de los países del mundo con más periodistas asesinados. El contexto es inevitable: policías, mareros, narcos.. Pero el fondo del reportaje es el de unas madres exhaustas que sacan fuerza de la nada para investigar el vil asesinato de sus hijos por parte de policías pertenecientes a un cartel del crimen con sede en una comisaría de la capital o la lucha de un padre por demostrar que su hijo no perdió la vida por casualidad sino porque una patrulla del Ejército practicó tiro al blanco con un chaval de 15 años.
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