"Las guerras son muy racionales"
Tengo 67 años. Nací en Barcelona y me doctoré en la UAB y en Oxford. Casado, dos hijas. Hemos demostrado matemáticamente que las guerras no surgen de la sinrazón, sino del cálculo que hacen las élites de incentivos y desincentivos. Me siento comprometido con los débiles.
Foto: Kim Manresa
Ciencia por la paz
Las guerras son demenciales, pero surgen del cálculo racional de intereses de las élites que las financian y se hacen con la hegemonía cultural -el control de los media- para mutar la tensión por la desigualdad de rentas en conflictos de patria o interétnicos. Así, la lucha de clases de antaño es sustituida por el actual choque de culturas. Más allá de la retórica, el equipo de Joan Esteban, Debraj Ray y Laura Mayoral, financiados por AXA Research Fund, ilustra este proceso con un innovador modelo matemático que resulta de gran utilidad para quien quiera evitar -comprometámonos nosotros- las guerras y, en especial, las peores, las inciviles... ¡Feliz 2013 en paz, amigos!
La Contra Lluís Amiguet 28/12/2012
Desde 1960 la humanidad ha padecido 280 guerras civiles y, en cambio, sólo 23 guerras internacionales. Un tercio de todos los países de la tierra han sufrido conflictos internos sangrientos y la mayoría han sido por motivos étnicos.
¿Las guerras entre Estados son peores?
Las guerras civiles han causado tres veces más víctimas que las interestatales. Y son más onerosas. El Banco Mundial advierte que algunas regiones siguen estancadas en la miseria por su conflictividad interna.
¿Por qué hay tantas guerras civiles?
Empecemos por descartar que se traten de mera locura momentánea de los pueblos que llegaría al paroxismo en el genocidio.
Hannah Arendt describe la "banalidad del mal" que inhibe la culpa y frivoliza el genocidio hasta el exterminio de bebés.
Esa banalidad criminal en todo caso surgiría tras un cálculo racional de intereses. El genocida puede abandonarse a la locura al asesinar, pero sabe bien por qué asesina.
En La lista de Schindler el nazi dispara al azar sobre judíos para distraerse.
La guerra es demencial en los actos, pero la decisión de hacerla surge de un cálculo de coste-oportunidad por el que las élites la instigan tras calibrar incentivos y desincentivos.
Así dicho suena peor que la locura.
Es la historia. Después de un expolio, como el de los judíos por los nazis, el incentivo para el genocidio era que con él los nazis se evitaban reclamaciones posteriores.
Primero les robas y luego les asesinas para que no te vuelvan a molestar.
Son actos criminales, pero racionales. Trabajamos con Laia Balcells de la Universidad de Duke en cálculos similares para la guerra civil española.
Pues manténgame informado.
Nosotros no somos moralistas, sino economistas: hemos creado un modelo teórico inédito en Teoría de Juegos que demuestra que las guerras responden a un cálculo y, por tanto, siguen unas pautas predecibles.
¿Las guerras sólo se empiezan para obtener un beneficio?
Sin incentivos no hay guerra.
¿Por qué se llega a matar?
Aquello que determina si inicias o no un conflicto es lo que esperas sacar de él. Si no hay expectativa de beneficios, no hay conflicto. Y siempre existen dos ejes de conflictividad: el intergrupal (interétnico, interreligioso, intercultural, interlingüístico)...
... El choque de civilizaciones.
Y el social: descrito por Marx como lucha de clases: las diferencias grupales de renta.
¿Cuál es más decisivo?
Sufrimos muchas más guerras por conflictos interétnicos que por lucha de clases.
¿Por qué?
Porque a las élites no les interesa la lucha de clases. Por eso, desvían la tensión que generan las desigualdades en la distribución de la renta hacia el conflicto interétnico o patriótico. Y nuestro modelo lo demuestra.
Veamos.
En cada sociedad analizamos dos índices cuantificables matemáticamente: el de conflictividad o fraccionalización (probabilidad de que si escoges dos individuos al azar sean de grupos diferentes)...
Que existan muchas tribus diversas.
Y el de polarización, que mide el grado en que esos grupos con intereses opuestos tienen un tamaño y poder similar.
Y, por tanto, les permite iniciar la guerra con posibilidades de ganar.
La polarización es relevante cuando la disputa se inicia para que toda una etnia o nación logre bienes intangibles colectivos, como implantar la charia o rehabilitar su cultura marginada por otra etnia.
¿Y si la lucha es por el petróleo?
Entonces es la fraccionalización la que decide si hay guerra. Porque cuando está en juego la riqueza de un país, cuantas más etnias se la disputen, más conflictividad hay.
Porque es más probable que la que se lleve el botín no sea la tuya y guerrees.
Otro escenario prebélico sería: mucho poder en juego -represión de un grupo por otro- y gran polarización étnica, porque, para guerrear, los oprimidos deben tener un tamaño y poder similar al de sus opresores.
¿Y si hay grandes divisiones de clase dentro de una misma etnia?
Imaginemos un país de ricos y pobres, pero en el que hubiera blancos pobres y blancos ricos; y negros pobres y negros ricos...
¿Qué es más decisivo para hacer estallar una guerra? ¿Quién pelea con quién?
Las élites siempre tienden a evitar el enfrentamiento entre clases y lo enmascaran o sustituyen por el interétnico, así que los blancos -ricos y pobres- acabarían en ese caso enfrentándose a los negros -ricos o pobres.
¿Por qué?
Porque la estrategia ganadora para las élites es cohesionar a ricos y pobres de su etnia para enfrentarlos a la otra. Por eso hay tantas guerras civiles en apariencia por motivos culturales o tribales y tan pocas por desigualdades de renta entre clases.
Unas enmascaran a las otras.
Y por eso el choque de civilizaciones de Huntington ha sustituido desde los años sesenta a la lucha de clases de Marx.
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